A tres días de su proclamación como rey de España, Felipe VI y, sobre todo, su esposa, la princesa de Asturias han hecho gala durante sus 10 años de matrimonio de ser unos futuros reyes con un estilo propio y que simboliza el cambio generacional de la corona. Un cambio en el que la naturalidad y la cercanía de los nuevos reyes serán, previsiblemente, señas de identidad de la pareja, del mismo modo que en el Reino Unido el carácter alegre y risueño de Kate Middelton, duquesa de Cambridge por su matrimonio con el príncipe Guillermo, ha contribuido a incrementar la popularidad de la familia Windsor.

Hace más de una década de la espontánea interrupción de Letizia Ortiz, el día de su pedida de mano y ante una multitud de periodistas, y desde entonces y hasta donde el protocolo lo permite, los futuros reyes se desenvuelven con naturalidad en actos públicos: se cogen de la mano, intercambian miradas cómplices, hablan de sus hijas y agradecen las muestras de cariño de los ciudadanos anónimos.

Una de sus mayores preocupaciones, en especial de Letizia, ha sido compatibilizar sus obligaciones institucionales con una vida privada lo más normal posible junto a sus dos hijas, su familia y amigos. En su vida privada se prodigan en actividades propias de una pareja de su edad, salen con amigos, los de ella de su etapa como periodista y los de él de sus años de colegio; les gusta el cine en versión original, y disfrutan de veladas gastronómicas en restaurantes de todo tipo, de estrellas Michelin y otros más informales junto a sus hijas.

Célebre es también la afición de la princesa Letizia por la música y sus visitas al FIB y el Dcode festivales que probablemente jamás pensaron contar entre su público con una futura Reina, mientras que en compañía del futuro Felipe VI, ha asistido a recitales de Hombres G y Luz Casal, donde se han mezclado entre el público.

Esta naturalidad y sencillez también se aprecia en su forma de vestir. Doña Letizia escoge primordialmente diseño español: su creador de cabecera es Felipe Varela, pero su armario también mezcla firmas de bajo coste, como Mango, con otras más exclusivas.

Para los actos oficiales prefiere diseños de corte clásico y perfil discreto, y no le importa repetir ni transformar vestidos antiguos; para en sus momentos de ocio la futura reina consorte opta por ropa cómoda, como vaqueros pitillo y chaquetas de cuero, del modelo clásico al actual más motero.

El príncipe, de gustos más conservadores, se hace los trajes a medida en una conocida sastrería del madrileño barrio de Salamanca, que también los confecciona para su padre, y solo cuelga el traje para los momentos de asueto, donde mantiene el estilo clásico: camisa y polo, acompañados por vaqueros o chinos.

Como padres han tratado siempre de que Leonor y Sofía tengan una vida lo más corriente posible, acorde a su edad. Aunque Leonor se convertirá en princesa de Asturias tras la proclamación de su padre, los príncipes prefieren que su vida no cambie sustancialmente. Por ello, permanecerá en el mismo colegio, e incrementará su actividad oficial a medida que crezca.

Las dos hermanas van al mismo colegio al que fue su padre y de pequeñas asistieron a la Escuela Infantil que la Guardia Real tiene en El Pardo. Entonces, cuando la agenda de los príncipes era menos intensa, solían llevarlas personalmente a la guardería siempre que podían, para poco después irse, como unos padres más y algunos días, a desayunar a algún bar cercano.

Nada hace sospechar que esta cercanía, actividades y agenda extraoficial de los nuevos reyes cambie sustancialmente tras su proclamación, como tampoco cambiarán de casa en La Zarzuela.