¿Sorprendido por la abdicación de Juan Carlos I?

Sí, porque hasta los últimos momentos estaba diciendo que no pensaba retirarse. Conviene revisar el mensaje de final de año, pero, que yo sepa, mostraba voluntad de seguir. No dudo que la decisión haya sido tomada hace meses, pero creo que ha sido más complicada de lo que parece, porque se me hace difícil creer esta repentina conversión.

¿Cuál cree que ha sido el factor determinante?

Eso son cosas que conoce el Gobierno, la familia y quizá el jefe de la oposición. Deben haber considerado que era un momento difícil y necesitaban un cambio. La actividad previa yendo a Arabia Saudí y al Golfo Pérsico me parece más bien un síntoma de querer demostrar que es aún útil. No me cuadra con la idea de que quería irse. Como de costumbre, lo sabremos cuando pase el tiempo.

En todo caso, ¿considera positiva la decisión para el país?

Para la imagen es evidente que sí. Los errores de los últimos años no quedaban bien y han tenido mucho que ver con la pérdida de crédito de la monarquía que, digan lo que digan, se ha producido. De todas maneras, tengamos en cuenta que cambiarán los actores, pero el guión seguirá siendo el mismo y las capacidades de actuación de un monarca constitucional no se modifican. Será una limpieza de cara, se sacan además de encima a parientes cercanos que conviene alejar, pero no creo que para los ciudadanos signifique mucho.

¿Sería legítimo en este momento un referéndum sobre monarquía y república?

Algo así no puede producirse por una razón de legitimidad, sólo puede salir si quienes controlan los mecanismos del poder lo quieren hacer y, evidentemente, no lo quieren hacer. La gente puede pedir lo que quiera, pero tal como está montado el sistema es imposible. En estas condiciones es de una solidez marmórea.

¿Qué lección debería aprender y no olvidar Felipe VI?

¡Uf! Puede aprender a llevar una vida respetable y reducir todo lo suntuario, pero dadas las atribuciones de un rey constitucional, la capacidad para intervenir es muy poca. No preveo demasiados cambios. Parece, eso sí, una persona discreta.

¿El conflicto catalán es el mayor riesgo para la estabilidad del Estado?

No lo creo. Es un conflicto expresado sin ningún tipo de violencia. Viví de cerca la manifestación del 11 de septiembre de 2012, la que inició todo, y creo que no se entendió que aquella gente protestaba, evidentemente, por lo que entendían como un maltrato por el Estado, pero también por la situación que estaban viviendo.

Parece evidente que la sociedad no está satisfecha con su realidad. ¿Qué salidas hay?

Les están diciendo cada día que todo mejora y estamos viviendo una situación en la que han reaparecido el hambre. Se habla de crear puestos de trabajo, pero no se dice que son en condiciones en que el sueldo no basta para vivir. Hay un problema muy serio.