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Sorpresas grabadas

Licenciados en Bellas Artes, artistas y aficionados participan en el taller de grabado organizado por el Instituto Gil-Albert que imparte Manuel Balaguer

El profesor Manuel Balaguer, sacando un grabado después de aplicar el tórculo rafa arjones

La imaginación es el componente indispensable del arte. Pero también la técnica. Acoplar estos elementos, haciendo que encajen las dos piezas, es la garantía de la obra artística. Y en ello están los catorce alumnos que han desarrollado el taller de collograph organizado por el Instituto Juan Gil-Albert. Licenciados en Bellas Artes, artistas y aficionados se dan la mano en este curso, ya el sexto que realiza en torno a las diferentes técnicas del grabado el departamento de Arte de esta entidad en el espacio habilitado desde el año pasado en las dependencias de la Diputación de Virgen de África. Les une su amor por el arte y, si algo destacan de esta técnica, es, por encima de todo, la capacidad de sorpresa que se desvela solo al final del camino, cuando la obra sale del tórculo.

Pepe Fuentes, Alfonso Sánchez Luna, Susana Guerrero y, en este último, Manuel Balaguer, componen el plantel de profesores que ha compartido su conocimiento sobre el grabado y también sus trucos. «El collograph es una técnica que deja mucho espacio a la investigación», afirma Balaguer mientras revisa los procesos y responde a las dudas de los catorce participantes en este taller, que finalizará hoy después de seis días. El curso es gratuito y los participantes tienen que llevar únicamente el material. A cambio, el Gil-Albert selecciona una obra de cada uno para sus fondos, en previsión de una futura exposición.

«El objetivo es que investiguen y que aprendan la técnica, aunque es poco tiempo, y la verdad es que el nivel al final es bastante bueno», asegura. Aunque no es fácil. El proceso es minucioso. Y la pieza fundamental es el tórculo, el rodillo que prensa la plancha en la que se ha realizado el diseño del futuro grabado.

Lo primero es elegir un soporte. «En esta técnica puede ser madera, contrachapado, metacrilato, metal... Después hay que realizar el dibujo o la composición sobre él, en el caso del metacrilato se puede hacer con un punzón; la madera con un cúter o rayar...». En la mayoría de los casos a simple vista es un collage en el que hay hojas, telas, ramas, papel, incluso un CD marcado con cola. Los siguientes pasos son el barniz de poliuretano, pintar con tinta del color o colores elegidos y después retirar el exceso de pintura con papel fino, «un paso que resulta fundamental».

Y listo para el tórculo. Se coloca el trabajo y el papel de grabado encima. Se da a la rueda para que imprima a presión y ahí está el resultado sobre papel.

Para Jorge García Poveda, artista, la experiencia ha sido «muy positiva». Normalmente trabaja con óleo, acuarela o carboncillo, pero nunca había hecho grabados. «He conocido materiales nuevos y me ha abierto la imaginación como artista», afirma mientras revisa el último trabajo.

Es el segundo taller de grabado para Carmina Pastor, que hasta ahora había hecho acuarela. «Descubrí el grabado y me pareció más sorprendente porque hasta que no acabas no ves el resultado».

Para Carmen Muñoz y Mercedes Díaz, profesoras de instituto y licenciadas en Bellas Artes, el grabado no es algo nuevo, «pero sí esta técnica». De hecho, se han embarcado en realizar «un experimento», un grabado de dos planchas.

Manuel Velandia, que llegó hace siete años a Alicante desde Colombia, ha realizado ya tres talleres de esta técnica. «En mi país hacer esto es carísimo», apunta. «Lo bueno es que nunca sabes cómo te va a quedar al final».

Guía en el MACA y Las Cigarreras hasta hace unos meses, Ester García decidió que quería volver a pintar, «que es lo que me hace feliz». Y esta licenciada en Bellas Artes es lo que esta haciendo. Por eso se apuntó a este curso, después de haber estudiado ya «otras técnicas como serigrafía o calcografía».

Hace ya varios años que ese espacio se habilitó y acondicionó para este fin, pero no fue hasta el año pasado cuando el departamento de Arte del Instituto Gil-Albert, encabezado por Juana María Balsalobre, puso en marcha estos talleres, en los que la demanda triplica el número de plazas disponibles. El próximo será en septiembre.

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