Self service y nada de lujos ni hoteles: el Papa Francisco será su propio camarero. Es la consigna del Vaticano a la Nunciatura Apostólica de la Santa Sede en Ammán, ciudad en la que Francisco comenzará el próximo 24 de mayo su peregrinación por Tierra Santa.

El padre Khalil Carlos Jarr será el encargado del avituallamiento del pontífice, quien ha ordenado a su séquito que se aloje en el convento de las Hermanas del Rosario de la capital jordana. El Papa pasará la noche en la Nunciatura acompañado de su secretario personal, un médico y ocho ayudantes. La comitiva pontificia desayunará leche, café, frutas y queso sin ningún tipo de servicio para atenderla ya que el Papa ha dejado también claro que quiere ser él mismo el que se sirva las viandas. Jarr alojará en su apartamento al fundador de Mensajeros de la Paz, el padre Ángel García, y al político del PP Alfonso Alonso.

«El único lujo que me he permitido conceder al Santo Padre es una colcha con el emblema del Vaticano», explica el párroco de Belén Jarr, quien también ha mandado bordar el mismo símbolo en los almohadones en los que reposará el obispo de Roma tras una jornada que comenzará a la una de la tarde con una visita al Palacio Real.

La sintonía entre Francisco y el rey hachemita Abdalá II es total y quedó demostrada ya en la recepción que el Papa dio en el Vaticano en abril al monarca y a su esposa, la reina Rania. Abdalá II, defensor acérrimo de la búsqueda de acuerdos entre religiones, confirmó en esa ocasión la «disposición más abierta del pueblo jordano hacia la colaboración en el esfuerzo por la paz y el diálogo interreligioso» en un país de más de seis millones de habitantes con una mayoría aplastante del 92 por ciento de musulmanes suníes. El seis por ciento de la población es cristiana, la mayoría seguidora de la iglesia ortodoxa griega que cohabita con católicos griegos y una pequeña representación de católicos romanos, ortodoxos sirios, coptos, armenios y protestantes.

Pero la historia de Jordania es la de una tierra de más de 4.000 años de antigüedad que gira alrededor del río Jordán en el que se bautizó Jesucristo y que emergió en las crónicas bíblicas como Canaán para ser colonizada a lo largo de los siglos por hititas, egipcios, israelitas, asirios, babilonios, persas, griegos, nabateos, romanos, árabes musulmanes, cruzados cristianos, mamelucos, turcos otomanos y británicos.

«No podemos olvidar que en esta parte del mundo está la cuna del cristianismo», resalta el párroco Jarr al rememorar al emperador Constantino, quien en el siglo IV después de Cristo llevó la palabra de Dios a la tierra que ahora bendice Francisco. El Santo Padre argentino será el cuarto pontífice que peregrine a Jordania en los últimos 50 años, tras Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI.

La visita responde a una invitación personal del rey Abdalá y servirá para acercar lazos entre cristianos y musulmanes. El Papa celebrará una misa en el Estadio Olímpico de Ammán, la antigua Philadelphia que se convirtió en sede episcopal en el año 324 por orden del emperador Constantino. La ciudad en la que David venció a Goliat es también tierra de mártires cristianos, según el Nuevo Testamento. Por la tarde, Francisco se trasladará a la Betania jordana donde San Juan bautizó a Jesucristo, tal y como apunta el Santo Evangelio según San Juan en el capítulo 1, versículo 28 en el que explica que las cristianizaciones «sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando». A escasos kilómetros se halla el monte Nebo desde el que Moisés contempló la Tierra Prometida que jamás llegaría a pisar.

La referencia bíblica de San Juan le sirve al ministro de Turismo jordano, Nidal Katamine, para tratar de zanjar la disputa que desde hace años mantiene el reino hachemita con Israel sobre el verdadero lugar en el que se bautizó Jesús. «Está claro que fue en esta parte del Jordán donde sucedió todo», insiste al tiempo que destaca que hasta el Papa Juan Pablo II autentificó en 2000 el emplazamiento jordano como lugar de bautismo de Jesús.

Jordania ha recurrido al Vaticano para dirimir frente a Israel lo que considera una falsificación de la historia y de la fe cristiana y, como consecuencia, de tratar de socavar el turismo cristiano en su suelo.

En Betania, Francisco recibirá a refugiados sirios e iraquíes, a inválidos, a enfermos y a niños. Después cenará en la Nunciatura de Ammán y cruzará a primera hora de la mañana el Jordán para visitar Belén y Jerusalén, donde coincidirá con el Patriarca ortodoxo de Constantinopla, Bartolomé I, para rememorar los 50 años que han pasado desde que el Papa Pablo VI abrazase en la Basílica del Santo Sepulcro al patriarca Atenágoras y pusiese de esta forma la primera piedra para la reconciliación de los cristianos separados tras el Cisma de Oriente de 1054. «Una de nuestras cruces en Tierra Santa es la división entre los cristianos», lamenta Fouad Twal, Patriarca católico de Jerusalén, quien ruega por la unión de las tres grandes familias cristianas en la zona: la católica, la ortodoxa y los reformistas. «Con la llegada del Santo Padre espero que de nuevo este movimiento ecuménico por la concordia tome una nueva vida y esperanza», concluye.