­En 1958, John Cabrera recorrió en avión todas las costas de la Península buscando un lugar donde rodar la primera superproducción de Samuel Bronston en España, John Paul Jones, biografía de uno de los héroes navales de la independencia de los Estados Unidos. Después de desechar varias poblaciones por distintas razones, Cabrera le dijo al piloto que se acercara al lugar donde habían nacido sus padres: el avión sobrevoló entonces un pequeño pueblo de casas blancas y calles que se retorcían bajo la colina de un castillo frente a un puerto pesquero inmenso. Un escenario perfecto para rodar una película ambientada en los mares del siglo XVIII. Cabrera convenció a Bronston: John Paul Jones se rodaría allí. Aquel pueblo se llamaba Dénia, donde Cabrera falleció el pasado viernes por la noche.

Había nacido en Liverpool en 1925. Sus padres, originarios de la capital de la Marina Alta, emigraron poco antes a Gran Bretaña por cuestiones de negocios, pero Cabrera siempre mantuvo lazos con Dénia y la decisión de rodar allí John Paul Jones fue trascendente para esta población: constituyó un auténtico fenómeno popular para una sociedad que apenas había salido de la posguerra y que de pronto escuchó en sus calles las primeras palabras en inglés, vio las primeras botellas de «cocacola» e incluso nombró reina de sus fiestas a una jovencísima Mia Farrow, hija del director del largometraje. Por si fuera poco, los beneficios del rodaje en las empresas locales provocaron las primeras concentraciones de capital, claves para el posterior despegue turístico del municipio. Éste supo reconocerle tan impresionante legado mucho tiempo después: en diciembre de 2013, le concedió la primera medalla de oro de la ciudad.

En Normandía

La larga vida de Cabrera fue apasionante: aún no había cumplido 20 años cuando se enroló como fotógrafo en el ejército del general Montgomery, retrató el Desembarco de Normandía y viajó hasta la Berlín ocupada por los aliados. Tras la guerra, fue el jefe de localizaciones de Bronston en todas sus películas y testigo de los tiempos de gloria de aquel imperio cinematográfico y también de su ruidosa caída. A lo largo de varias décadas, Cabrera trabajó como jefe de localizaciones y como director de fotografía en algunas de las películas más emblemáticas de Hollywood.

Colaboró con directores de la talla de Alfred Hitchcock, John Houston, Anthony Mann o Nicholas Ray y con actores míticos como Laurence Oliver, David Niven, Robert Mitchum o Humphrey Bogart. También intervino en numerosas coproducciones europeas.

A mitad de los ochenta, Cabrera fijó su residencia en la tierra de sus padres. Su casa de la plaza del Convent siempre estuvo abierta a los amigos, con los que compartía largas horas de conversación sobre cine cargadas de anécdotas que Cabrera iba deslizando con su contención anglosajona, bajo la que escondía un impagable sentido del humor y una arrolladora calidad humana.