Investigaciones, dimisiones, presiones, reelecciones ¿se han acabado ya los líos en la SGAE?

Hay una mayor tranquilidad y nos enfrentamos a los problemas con una mejor cordialidad. No estamos en un terreno tan visceral como hace unos meses. Se me eligió entre otras cosas porque tenía un perfil de consenso que era necesario.

¿Tan compleja es la SGAE ahora que la ha visto desde dentro y preside desde hace nueve meses?

Más de lo que parece. También hay mucha complicación que viene de fuera: leyes y lamentaciones que no nos ayudan. Esta casa tiene 104 años, sigue viva y eso le hace dueña de una legitimidad importantísima donde hay muchos colegios distintos. En Europa las entidades gestionan un derecho, nosotros diferentes derechos e intereses.

Supongo que su prioridad será la Ley de Propiedad Intelectual.

Fundamentalmente, que la Ley de Propiedad Intelectual salga del Parlamento de la manera menos hostil para las entidades de gestión, pero también que esta casa ingrese mucho más de lo que ha ingresado y encontrar nuevas vías de financiación. Los tiempos han cambiado y hay que estar más actualizados.

¿Cómo han sido los contactos con el Gobierno?

Llevamos negociando desde hace muchos meses. En ese sentido, sí agradecemos al secretario de Estado de Cultura José María Lassalle su predisposición abierta a hablar. La ley si requiere algo es consenso y diálogo porque afecta a mucha gente. Queda mucho por hacer en el trámite parlamentario. El hecho de que exista un cambio de sensibilidad en la sociedad española en torno a la piratería también ayuda.

Esa sensibilidad llega en un momento de máxima debilidad de las industrias culturales, con sectores derrotados. Y en algunos casos, la industria se ha dinamitado a sí misma.

Al menos, yo soy optimista. En España entendemos que todo es gratis. Somos uno de los primeros países en volumen de piratería, pero yo no creo que vaya en la genética, ni que vaya a ser así siempre. En los últimos treinta años se ha demostrado que hay hábitos que se pueden mejorar. Existe una generación que aún se puede formar, que no está perdida y con la que hay que trabajar a largo plazo de forma pedagógica.

Pero como no acelere este país, a largo plazo no quedará ninguna industria cultural.

Hay cosas que se pueden cambiar y son fáciles, como reducir el 21 % del IVA a un IVA cultural similar al del resto de europa que se sitúa entre el 5 % o el 7 %. Eso es lo que ha destrozado el tejido industrial cultural en los últimos años. Un teatro a tres cuartas partes de taquilla no tiene beneficios. El 15 % de beneficios sobre el que se trabajaba se ha perdido.

Volvemos a lo mismo, se trata de medida recaudatorias por lo que se demuestra que la Cultura no interesa al poder político.

Es una torpeza. Creo que no eran conscientes de la barbaridad que hacían. Nosotros tenemos datos de empresarios de la industria cultural que demuestran que entre el IVA, el IRPF, el Impuesto de Sociedades y otros impuestos, el Estado ha dejado de ingresar, ha perdido dinero. Y eso no se puede negar. A veces a los políticos les cuesta corregir errores. Espero que den pronto un paso adelante porque eso sí que está generando paro y destrucción de empresas.