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Bocadillos para la crisis

La muestra de Humor Social reconoce la trayectoria como viñetistas de Alfonso Ortuño y Jesús Zulet

Jesús Zulet se detiene ante el dibujo de cabecera de la exposición. Mariano Rajoy baila soplando una flauta a la cabeza de una comitiva de personas con maletas. Jóvenes emigrantes y ancianos desahuciados. «El flautista de Hamelin, muy bien. A mí se me había ocurrido también», apunta, junto a su compañero viñetista y desde ayer también de cargo honorífico, Alfonso Ortuño, que asiente cuando Zulet resalta la calidad de su autor, el dibujante gallego Xaquín Martín. Son los Notarios del Humor que ha nombrado la XIV edición de la Jornada de Humor Social, organizada por la UA en colaboración con la Fundación Manuel Peláez y la federación de dibujantes Feco-España. Un homenaje a una vida dedicada a la ilustración gráfica e intelectual.

El primero de los 61 dibujos seleccionados por el comisario - el dibujante de INFORMACIÓN Enrique Pérez, también presidente de los humoristas gráficos- es un guantazo sin una sola línea de texto. El estilo favorito de ambos dibujantes, como reconocen casi al unísono. Aunque tampoco renuncian a un buen bocadillo -«Forges se ha inventado un lenguaje. En los 70, los jóvenes hablaban como sus forgendros», recuerda Ortuño, oriolano de nacimiento.

Este año se ha elegido como tema la llamada «generación perdida» y contra sus causantes se abalanzan los 43 viñetistas -españoles, franceses, argentinos, cubanos o franceses- reunidos por Enrique. «No ha sido difícil: llevo un montón de años haciendo la exposición y además soy su presidente; así que les llamo y los mandan enseguida», rió el dibujante alicantino antes del acto de entrega del título a los humoristas, que se celebró en la Sala Aifos de la Facultad de Filosofía y Letras. Delante del público, más solemne, celebró que la muestra haya «conseguido llevar el lenguaje del humor gráfico» por todo el país. La UA es el origen de un periplo que todos los años recorren las obras seleccionadas por ayuntamientos y colegios educando en el chiste, la caricatura y el retrato satírico de la actualidad.

Los dos «notarios» son eruditos en esta disciplina. En su obra abunda el retrato social; alegórico, mitómano y de grafito marcado en el caso de Zulet, y preciosista, histórico y aguado de acuarela al gusto de Ortuño, y las influencias de los maestros americanos y franceses. Nombran el humor universal y mudo de Jean-Jacques Sempé y el preciosismo del estadounidense David Levine -«nos marcó a toda nuestra generación», comenta Zulet con admiración-. Y a los de aquí. «Enrique es un monstruo», señala el dibujante pamplonés, mientras Ortuño se ríe acordándose de José María Pérez Peridis. «Cómo dibujaba a Santiago Carrillo, metido siempre en la alcantarilla...».

«Hoy se ha vuelto a un estilo más limpio, gráfico y colorista», señala Zulet y cita a Malagón y a Caín como autores de la generación que les precede. Ortuño no pide técnicas específicas ni temas determinados ni estilo definido: «Talento y gracia» son los únicos requisitos que necesita para dar fe del nivel del oficio. ¿Y los «memes» gráficos que desbordan los móviles? «Por supuesto que cuentan. ¿Sabemos acaso cómo va a ser el humor dentro de 70 años?», se pregunta con decisión Ortuño.

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