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Flores para Miguel Hernández

La Senda del Poeta, integrada por más de 2.500 personas, culmina con el tradicional homenaje en la tumba del célebre autor en el cementerio de Alicante El escritor oriolano fue capturado hace 75 años en Portugal cuando huía de la represión

Lectura de versos, lágrimas de cebollas y flores sobre la tumba del poeta, ayer. juan carlos valdivia

En mayo de 1939, hace 75 años, Miguel Hernández cruzó a Portugal por un paso clandestino en las cercanías de Rosal de la Frontera, en una zona habitual de huida para muchos milicianos ante el inminente final de nuestra «guerra incivil». El poeta cabrero, según relata el escritor alicantino José Luis Ferris en su biografía Miguel Hernández. Pasiones, cárcel y muerte de un poeta, alcanzó el pueblo de Santo Aleixo internándose poco después en Moura. En aquellos días, el autor de Vientos del pueblo se vio necesitado de dinero para comer y recuperar fuerzas, tras varias jornadas de caminata y durmiendo a la intemperie. Así, ante estas circunstancias, vendió el traje oscuro y el reloj de oro que le había regalado Vicente Aleixandre por su boda, aunque su aspecto poco saludable y enclenque, carcomido por el esfuerzo, levantó sospechas por el comprador que acabó denunciándole a la policía salazarista temiendo que fuera un ladrón. Devuelto y entregado a España, Miguel Hernández se vio envuelto así en un injusto proceso de tortura, muerte y sufrimiento que desemboca en los acontecimientos que todos conocemos, ante el fallecimiento del poeta oriolano por fimia pulmonar en la enfermería de la cárcel franquista de Alicante el 28 de marzo 1942.

75 años después de aquella triste captura, decíamos, Miguel Hernández está lejos de ser considerado un poeta «fusilado por el olvidado», que afirmara el escritor Leopoldo de Luis, por la inmensidad de sus versos y la universalidad de su legado, que permanecen inalterables al transcurso del tiempo. Y prueba de ello es la Senda del Poeta, que cada año, puntual, por estas fechas, acude en masa hasta la tumba del poeta en Alicante para rendirle un sentido homenaje.

Cerca de 1.000 personas (del total de 2.500 que partieron al inicio del recorrido), según la organización, cubrieron ayer su lápida de flores multicolores y le rodearon con banderas de la República. Y al mismo tiempo, como en cada edición, se recitaron algunas de sus poesías más conocidas, tirando de libros o de memoria, porque sus versos ya se llevan cantando desde hace días entre los asistentes.

Entre la alegría, aplausos y recibimiento de los familiares de los senderistas allí congregados, se pudo ver a distintos representantes políticos, como Marcos Sanchis, director del IVAJ; el portavoz socialista en el Ayuntamiento de Alicante, Miguel Ull; y el concejal de Juventud de Alicante, Pablo Sandoval, quien destacó la emotividad de este acto encaminado «a rescatar su memoria, su obra, y a que Miguel no caiga en el olvido».

También estuvo presente el profesor Francisco Esteve, referente absoluto de la obra hernandiana, y director de la cátedra Miguel Hernández de la UMH de Elche, quien recordó el carácter internacional de la cita y el premio convocado por el municipio de Redován (donde nació el padre del poeta cabrero) y que se llevó a título póstumo el senderista Francisco Martínez Martínez, fallecido hace solo unos días.

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