Natalia Dicenta da vida en "Última edición" a una reputada directora de periódico que afronta un caso de corrupción y también el reto de las nuevas tecnologías. Lo hace hoy y mañana domingo en el Teatro Principal de Alicante.

Dice que ya tiene encargado un arroz en un restaurante que mira al mar para disfrutar de Alicante. «Venía en verano con mis yayos maternos y la verdad es que siempre me cuesta irme». Natalia Dicenta protagoniza en el Principal Última edición, bajo la dirección de Gabriel Olivares.

¿Qué es Última edición?

Medios, poder, corrupción y risas. Algo que es compatible, claro. La vida real. Es un thriller de humor y de ambiente periodístico, con una muerte, un desnudo integral masculino, y dos maneras de ver el periodismo. Yo soy la directora que lleva más de 20 años en un periódico, lo que no deja de ser ficción el hecho de que sea una mujer, aunque espero que pronto se haga realidad. Hace pocos días que se nombró a una mujer como directora de un periódico en Arabia Saudí y eso me parece una gran noticia. En un mundo más civilizado y más libre, entre comillas, represento a la directora de este periódico y represento una manera de periodismo muy seria, muy reflexiva, de investigación y documentación, de dejarse las pestañas por sacar la verdad. Ana Ruiz interpreta a la redactora que se incorpora a la redacción, representa el nuevo periodismo, el de las nuevas tecnologías. Patxi Freytez y Javier Martín son redactores jefes pero uno se fue como jefe de Prensa al Ministerio de Fomento.

¿Y cómo es ese contraste?

Bueno, ambas cosas pueden complementarse y lo importante es que la prensa sea libre, si es libre puede ser buena o mala, pero si no hay libertad solo puede ser mala. Entre todos investigamos una trama de corrupción urbanística. Todo aderezado con mucha sal y pimienta. Es esa parte del teatro hermosa de divertirte pero haciéndote pensar. Y cuando termina la función yo ofrezco al público mi disco Colours, ya que dos de miste temas salen en la obra. Al mismo tiempo la gente se me acerca y me dice lo que le parece la función.

Un periódico que atraviesa dificultades económicas, el contraste entre periodismo de siempre y periodismo tecnológico, la corrupción... más actual imposible.

Absolutamente, pero el telediario lo vemos todos los días y en el escenario te ríes y te ves reflejado. Es también obligación nuestra desde el escenario, como artistas directores o escritores, reflejar la realidad en los teatros. Lo estamos pasando muy mal porque estamos rodeados de chorizos, de corrupciones que quedan impunes. Hay dos opciones para subir al escenario todo esto: una muy seria y concienzuda, que hace que la gente salga más jorobada todavía, y otra en la que se cuenta lo mismo pero la gente se va a reír.

¿Todo gira alrededor de la construcción de un oceanográfico en Ávila... ese tipo de megaproyectos multimillonarios pagados con las arcas públicas y con utilidad cero suena bastante en est Comunidad.

Que cada persona saque sus propias conclusiones. Corrupción hay en todas partes. En Valencia la gente se reía mucho, eso sí... pero lo preocupante es que hay en toda España. No hay un lugar concreto, son todos.

¿Cree que los medios siguen siendo contrapeso al cada vez mayor poder político?

Es su obligación. Ahora no sé si se puede conseguir. Lo que debe ser la prensa es libre e independiente porque se supone que estamos en democracia y hay libertad de expresión. Pero vivimos en un país donde hay jueces defenestrados por querer meter en la cárcel a los chorizos, así que vivimos en un país bastante mafiosos. Hay que defender la información veraz, honesta, documentada... Yo digo en la obra «por el bien de la ciudadana y la salud de nuestra maltrecha democracia, por favor sean personas informadas». Y eso para mí es apagar la televisión porque es un grillete para las neuronas y el cerebro. Por encima de todo es una declaración de amor al oficio del periodismo.

¿Contar temas actuales atrae más al público en un momento tan complicado como éste?

Bueno la gente necesita divertirse y con esta obra lo hace. Pero lo bueno es que también te hace pensar.

¿El teatro y la cultural en general se recuperarán si se vuelve a rebajar el IVA?

Poner a la cultura un 21%, que es un impuesto que se aplica aun abrigo de visón o un porsche en un momento en que hay paro y desahucios, demuestra que quieren dar el mensaje de que la cultura es un artículo de lujo. No nos quieren libres, la cultura nos hace libres, es el camino que nos lleva a ser personas, a ser libres. Es vida, nuestro alimento fundamental. Lo decía Lorca. Ideológicamente dar el mensaje a la ciudadanía de que la cultura es un lujo y por tanto prescindible o frívolo es perverso. No ocurre en ningún lugar del mundo. Están intentando cargarse la educación pública, también la cultura porque será imposible que se compren entradas. Todo porque las personas sin cultura son más fáciles de manejar, son dóciles.