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Diario de un ocioso

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Un repaso por los mejores eventos culturales de esta semana: cine, música, exposiciones y mucho más

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El bosque animado

Domingo, 16/02/2014. Las cigarreras, Alicante. Exposición: Blinky y el juego de ajos. Autor: José Luis Serzo. Entrada libre.

A ver cómo lo cuento. Me ilustraré con una anécdota: un suceso trivial que una vez me contó su protagonista. Fue un verano. Una artista de reconocido prestigioso -un premio nacional de esto, una medalla de oro de lo otro, un galardón a toda su carrera- tenía una función en Granada. Es habitual que los artistas domiciliados en Madrid no conduzcan. El metro y el taxi resultan más útiles y cómodos. A la mañana siguiente tenía que llegar a un pequeño pueblo en la costa malagueña. No habían muchas combinaciones posibles. Tan solo un autobús, una guagua, uno de esos bichos infernales, que hacen mil paradas y dan mil tumbos. La protagonista, como le suele ocurrir a aquellos que disfrutan de un cierto reconocimiento, subió temerosa arrastrando una pequeña maleta y un bolso de mano. Cuando recorría el pasillo buscando un asiento libre, sorpresivamente, se encontró a otro artista de reconocido prestigio ocupando una plaza en la parte final del artefacto. Ya se conocían. Hubo un momento de tensión, de pudor, como si ambos hubiesen sido pillados en falta. Nuestra protagonista, lo miró, lo señaló y le espetó «¿Sabes qué te digo? Que una mierda pa ti y otra pa mí». Ambos se rieron e hicieron el viaje juntos. Uno va de aquí para allá, de un lado a otro, y no es difícil encontrarse con personajes henchidos, que te miran por encima o por debajo -nunca de frente-, esnobs de manual. Y piensas en sus méritos y en su edad. Y en lo que les resta. Y piensas en tus méritos y en tu edad. Y en lo que te resta. Y en lo que nos queda y en lo que nos falta. Y viendo la exposición de Las Cigarreras, piensas en ellos e imaginas su gesto de desprecio, de suficiencia, ante este estupendo montaje. Una obra que me recuerda a esos hermosos libros infantiles, que al pasar la página, tras un breve texto, se despliega una escena -se hincha y cobra vida- como un diminuto teatro. Y después se vuelve a plegar y queda encerrada entre dos páginas. Y piensas si no sería mejor subirnos, subirlos a todos a una guagua camino de Málaga.

El cisne

Lunes, 17/02/2014. Cine Navas, Alicante. Película: La gran belleza. Director: Paolo Sorrentino. Entrada: 7 ?. Parking: 3,90 ?.

Ha sido llegar a casa, sentarme delante del ordenador y teclear La gran belleza en el buscador. He vuelto a leer críticas que ya había leído, he descubierto otras nuevas. He ojeado artículos, entrevistas con el director y el protagonista, hilos de comentarios y opiniones de aficionados y espectadores. Pero no he encontrado lo que buscaba. ¿Y qué buscaba? Quizá una idea o una reflexión que me ayudase a comprender la desazón y el desconcierto que me ha producido el filme. La tristeza en la que me ha sumido. Necesita saber por qué me ha devuelto un recuerdo de la niñez. El de aquellos domingos soleados, cuando mis padres me llevaban al Parque Municipal de Elche y junto al estanque de los patos, en una charca menor, un cisne blanco se deslizaba majestuoso y solo sobre el agua putrefacta.

El marjal

Martes, 18/02/2014. Libro: En la orilla. Autor: Rafael Chirbes. Editorial:Anagrama. Ebook: 14,45 ?.

Había decidido no leer esta novela. Otra vez la crisis, otra vez la Comunidad Valenciana, otra vez la burbuja inmobiliaria, otra vez el paro, otra vez los desahucios, otra vez la actualidad. Pero me encontré con una entrevista al autor y cambié de opinión. El libro habla de todo eso que sabemos o creemos saber. Y algo menos de todo eso que ocultamos o creemos ocultar. Nuestra complicidad necesaria, por acción u omisión, en la consecución de este desastre. Tirado en el sofá, leyéndolo, hace que me sienta, a ratos, como un penitente.

Las cosas buenas

Miércoles, 19/02/2014. Cines ABC, Elche. Película: Vivir es fácil con los ojos cerrados. Director: David Trueba. Entrada: 3,90 ?. Parking gratuito.

Vas al cine, el día que la entrada tiene un precio menor. A un horroroso centro comercial para no tener que pagar el servicio de parking. Y en mitad de los tráiler, van y te sueltan tres anuncios. El primero, de un banco. El segundo, de una marca de coches de lujo. Y el tercero de Manos Unidas. Un anuncio en el que salen muchos negritos buenos y que dice que podemos cambiar el mundo. Y que termina con la pregunta «¿Qué pones tú?», para, después, colocarte un teléfono 902, que ocupa toda la pantalla, para que llames. He estado a punto de parar la proyección al grito de «¡Alto ahí!» y marcar. Y ya puesto, explicarle a Manos Unidas a qué vamos al cine. Que estamos aquí para evadirnos, para soñar, para disfrutar, para sufrir, para aprender, para reír, para llorar, para conocernos un poco mejor. Y que si son tan amables de respetar este espacio que nos queda y no llenarlo de buenas intenciones. De proselitismo barato. Que no somos mejores porque no sabemos o porque no podemos o porque no queremos. Pero que nos dejen en paz. Luego, claro, ha empezado el filme. Es una película amable, en el peor sentido de la palabra. Que te mantiene todo el rato en tensión porque, al no poder asumir que exista un tipo tan ñoño, tan asexuado y tan ridículamente infantil como el protagonista -Javier Cámara haciendo de Javier Cámara-, esperas que de un momento a otro se abalance sobre el muchacho y sobre la muchacha y los viole y los descuartice. Pero no. Que la cosa es así. Tal cual. Una road movie con poco road y poco movie. Todo buen rollo. Una de esas películas que le cuenta al espectador lo que quiere ver. No lo que debe saber. Que le reafirma en sus ideas. Que le acomoda en su progresía de baja intensidad, en su percepción de lo que está bien y lo que está mal, recordándole cómo y por qué vive como vive. Donde todo es tan exquisitamente vintage que parece que estés viendo el perfil de Instagram de una bloguera hipster o un editorial de la revista AD. Solo he visto los primeros 60 minutos. He pegado la espantá. A la salida he llamado a A. para que me contase el final. Parece ser que no muere nadie. Asunto resuelto.

Talentos de casa

Jueves, 20/02/2014. Música. Disco: Sí, a Miguel Hernández. Autor: Niño de Elche. Vía: Spotify.

Lo he ido dejando. De ayer para hoy y de hoy para mañana. Y para pasado mañana. Ya se sabe: en casa del herrero, cuchillo de palo. Al final, sabedor de que se estaba presentando en Madrid y que el próximo domingo ocupará parte del programa Mapa Sonoro en La 2, he comenzado la escucha. Así de mezquina es la cosa. Mi cosa, claro. De momento, me quedo con el estremecedor tema final, un canto de amor y muerte: Cada vez que paso/por el cementerio/me arrastra la fuerza/que aún sopla en tus huesos.

Miedo

Viernes, 21/02/2013. L'Escorxador, Elche. Festival de Cine Fantástico de Elche, Fanta Elx. Entrada con invitación.

Se lo escuché en esta misma sala a la poeta Ajo: No hay peligro suficiente para tanto miedo. El miedo, siempre el miedo. El miedo al ridículo, el miedo a la soledad, el miedo a la muerte y, el peor de todos, el miedo a la vida. Yo siempre he sido un miedica. De pequeño, por ponerme en algún sitio, me ponían de portero. Y cuando alguien se disponía a chutar, salía corriendo y dejaba la portería sola. No sé qué hago aquí. Me he pasado todo el primer corto mirando al suelo y la pared. Y, de reojo, a la pantalla. Por miedo y por asco. Ha salido el primer trozo de carne putrefacta, el primer chorrito de sangre, la primera víscera y ya me he venido abajo. Vaya semanita. Espero haber perdido una batalla y no la guerra. Aunque nunca se sabe.

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