¿Ser monja de clausura y asomarse a diario al mundo a través de las redes sociales no es una contradicción?

Yo creo que las redes sociales y sobre todo Twitter, nos permiten, con poca palabrería, transmitir y poblar también las redes, que están plagadas de mucha crispación y mucha indignación, de iniciativas y de ideas positivas. Twitter ha de servir además de amplificador de la situación de los que lo están pasando peor. Las redes sociales me permiten decir qué es lo que estoy contemplando y estoy viendo. Contemplar no es sólo poner los ojos en blanco y mirar al cielo, sino ver lo que pasa en el corazón de la humanidad y pedir que todos nos impliquemos.

Cada vez son más las personas que lo pasan mal.

Y lo peor de todo es que la pobreza se cronifica. Con esta crisis han surgido nuevos pobres. Los que ya eran pobres lo son aún más. La distancia entre ricos y pobres también es cada vez más grande. Los brotes verdes que augura el Gobierno aún no han llegado al bolsillo de la mayoría de la gente.

140 caracteres... Dice que le gusta Twitter porque es un medio de pocas palabras.

Estamos en una sociedad en la que se habla demasiado, en la que falta compromiso y en la que a veces se escriben muchas tonterías. Estamos tan vacíos que escribimos sin decir nada, por ir con tantas prisas.

¿Cristo tuitearía si viviera hoy?

Yo creo que fue el primer tuitero. El Evangelio está compuesto por frases cortas que entran perfectamente en un tuit. Es muy revelador. Cristo ya dijo que nada quedaría oculto, que todas las verdades se gritarán en los tejados. Y efectivamente, vivimos unos tiempos en los que nada queda oculto.

No habría entonces que escandalizarse de una monja tuitera.

Evidentemente. Pero estamos en una Iglesia patriarcal, a la que se le ha pasado el tren de la historia. En este sentido, Francisco ha traído un poco de normalidad. Si antes me descalificaban, ahora el Papa me ha redimido, ya que apoya todo el tema de la redes sociales. Cada uno tiene que ser fiel a su conciencia. El Evangelio no vende ideología ni controla las conciencias, ni da recetas morales, como algunos pretenden. Y esto nos ha pasado factura.

El nuevo cardenal español, Fernando Sebastián, que reside en Málaga, ha comparado la homosexualidad con una deficiencia tratable. ¿Qué opina?

No lo comparto. Yo creo que el Papa ha sido clarísimo y está siendo clarísimo con todas sus actitudes. Afirma que no es nadie para juzgar y si no es nadie para juzgar, no puede considerarse una enfermedad. Todos tenemos errores, pero la orientación sexual no es un pecado ni una desorientación de la naturaleza. Tenemos que acoger. Me sorprenden las palabras de Sebastián. Dentro de la Conferencia Episcopal abrió camino en un momento muy complicado y tuvo un papel determinantea.

¿Qué opina entonces del matrimonio entre dos personas del mismo sexo?

Yo siempre me pregunto qué haría Jesús, y Él siempre bendecía. Nunca maldecía. El matrimonio y el amor siempre es bendecido. Que institucionalmente se nieguen a elevarlo a la categoría de sacramento es otra cosa. Pasarán muchos años para eso. Yo no me siento capaz para condenar a nadie.

Sus opiniones contrastan con las oficiales de la Iglesia. ¿Cree oportuna una reforma de la ley del aborto?

Yo estoy a favor de la vida siempre. El aborto siempre es un fracaso y la mujer que llega a esta situación siempre lo experimenta así. Pero yo nunca condenaré a una mujer o a una pareja que lo decida.

Introduce un matiz importante: habla de la pareja, no sólo de la mujer.

Estar embarazada es una cuestión de dos. Habrá casos que lo decida la mujer sola y otros muchos en que sea la pareja. Tenemos que ser respetuosos y que la mujer no sea la única que cargue con toda la responsabilidad. Habrá que buscar facilidades para las personas que quieran tener un hijo. Pero quienes tomen libremente la decisión tienen que ser las personas. La Iglesia no puede meterse ahí. Ni siquiera Dios, que por algo nos hizo libres.

Pero la libertad exige también unos límites. ¿Cree necesaria una regulación?

Yo creo que la Iglesia no tiene nunca que imponer su ética de máximos a la sociedad. Tiene que haber una ética de mínimos común a todos los ciudadanos. En este sentido, la Iglesia podrá marcar pautas a quienes libremente han asumido abrazar la fe dentro de esta comunidad, pero no tiene derecho a presionar ni a obligar a nadie a que se tome medidas en función de unos valores religiosos. Hay que separar la religión de la política.

¿Gastarse 95 millones por Neymar es pecado?

Hasta cinco millones ya es escandaloso. El fútbol ya responde a otros intereses y son cosas que me hacen daño y hacen que me sienta defraudada.

¿Por qué reza para que gane el Barça?

Ya es un vicio y un defecto profesional. La verdad es que es un privilegio ver cómo juegan. Son unos artistas. Hace que la adrenalina corra por mi cuerpo como si fuera yo la que corriera la banda.

¿Se merecía CR7 el Balón de Oro?

Me cuesta dárselo aunque se llame Cristiano. Pero que le sirva de consuelo para que deje de llorar.