Manejar un cubo de Rubik es de por sí ya complejo. Pero controlar a través de sus movimientos los cambios de iluminación de la fachada de un edificio lo es mucho más. Pero eso es lo que ha conseguido el artista y diseñador alicantino Javier Lloret en el Ars Electronica de la ciudad austríaca de Linz, un edificio con una fachada digital en la que ha podido desarrollar su proyecto final del máster en Arte y Nuevos Medios Interface Culture que ha desarrollado en la Universidad de Arte y Diseño de Linz.

Puzzle Facade es el título de esta propuesta que durante varias noches iluminó esta construcción, convertida en un cubo de Rubik gigante gracias a la manipulación de la gente que modificaba sus caras a través de uno de tamaño normal. «El cubo contiene en su interior un microcontrolador Arduino y diversos componentes electrónicos y sensores que permiten obtener la orientación exacta del cubo y las rotaciones de sus lados», asegura el artista. «Esta información se envía por bluetooth a un software especialmente diseñado para el proyecto que recibe la información de los sensores y visualiza el cubo de Rubik a gran escala en al fachada del edificio».

La propuesta, que ha tenido repercusión en numerosos medios internacionales como la ABC norteamericana o Discovery Channel en Canadá, responde a la inquietud de Lloret en el mundo del arte, el diseño y las nuevas tecnologías, que ha desarrollado tras estudiar ingeniería y posteriormente durante 5 años en Austria y Holanda, país este último donde ahora reside. «Me fuí a Holanda por unos estudios llamados Lens-Based Media, tras cursar algunas asignaturas de Bellas Artes en Madrid, pero como me interesaba continuar con videoarte y fotografía decidí irme a Rotterdam».

Lloret, de 30 años, reconoce que Puzzle Facade ha sido «mi proyecto más complejo, dentro de esa línea dedicada a la interactividad; creo que algunas personas encontrarán razones para clasificarlo como un proyecto de arte interactivo, aunque muchas otras lo incluirán en el ámbito del diseño y de la innovación tecnológica».

La reacción de la gente ha sido una de las mayores incógnitas. «Tenía curiosidad por ver qué hacían y tras la sorpresa inicial, si el participante no tiene experiencia resolviendo el cubo de Rubik puede llegar a sentirse intimidado por la escala en la que se visualizan sus intentos de realizarlo».

Con anterioridad ya había trabajado en otro proyecto interactivo en una fachada. Fue como parte del colectivo Lummo Blocks, en la fachada del centro cultural Medialab-Prado Madrid. «La idea consistía en rediseñar el clásico videojuego Tetris, de forma que se jugaba automáticamente al detectar a dos personas en la plaza, por lo que se daba el caso de que dos desconocidos que andaban por allí empezaban a jugar sin haberlo planeado».

Tanto en ese proyecto como en Puzzle Facade, «creo que hay un elemento de nostalgia, ya que se recontextualizan juegos clásicos para una generación que ha crecido con videojuegos», destaca. «Mi principal motivación era poder realizar lo que había imaginado; no ha sido fácil, pero estoy muy satisfecho con el resultado».

Aunque se trata de un proyecto efímero, Javier Lloret afirma que dada la repercusión que está teniendo, Ars Electronica tiene interés en volverlo a exponer.

Ahora, este artista trabaja en propuestas más cercanas al videoarte, con una institución cultural en Rotterdam llamada The Patching Zone. «De hecho mi última serie de vídeos, Detached Series, se ha expuesto el mes pasado en la Muestra de Arte Digital Audiovisual y Tecnologías Avanzadas Contemporáneas de Madrid».