Al caer la tarde, cuando el fuego que irradia el sol ha dejado de incendiar la llanura del Vinalopó, nos encaminamos a la entrevista con la fan del «heavy metal» más longeva de España.

Margaret Jewell, que así se llama la protagonista, vive en un paraje en tierra de nadie, a medio camino de La Romana, Aspe y Novelda, en un chalet con tonos verdes por las numerosas plantas que nos abrazan. Antes de las debidas presentaciones, y a una prudente distancia, me dirijo a su hija Angie: «¿Te importa que fotografiemos a tu madre con alguna camiseta de su grupo de música preferido?». «Ya la lleva puesta», me responde.

A sus 85 años, Margaret Jewell es la abuela del «heavy metal». Desde el 2000, y siempre en sus giras nacionales, no se ha perdido ni un solo concierto de Iron Maiden, a los que idolatra y adora (aunque yo también los adoraría si, como Margaret, fuera de gratis y con todos los gastos pagados al asistir como invitado a alguno de sus conciertos, como así ha ocurrido, en primera línea silla de ruedas incluida- y sobre el escenario).

En minutos las anécdotas se amontonan y la conversación se dispara, instante en el que su hija Angie suelta sobre la mesa varios vinilos originales firmados por los integrantes de la conocidísima banda británica. «Echo de menos algo de AC DC o los Rolling, ¿no?», me atrevo a cuestionar. «Esos son muy blandos», espeta la abuela.

«No solo me gusta el "heavy metal", también la música clásica. Pero siempre he tenido predilección por la música fuerte. Es lo que me transmite la emoción. La música es la música. Eso sí, detesto el pop, no me dice nada», afirma Margaret, quien desiste de fotografiarse con un disco de Bon Jovi.

A la abuela del «heavy metal» (sambenito que luce con orgullo, pese a la mofa o la falta de consideración que pueda parecer) se dejó encandilar por el punk de los 70, en su país, en Inglaterra, hasta que poco a poco fue descubriendo sus pasiones musicales. De ahí que unos amigos le animaran a asistir a su primer concierto y Margaret, lejos de cualquier prejuicio por su edad, decidió apuntarse. «Así que fui a ver a Judas Priest en el Demolition Tour. Yo tenía todos sus discos, así que imagínate. Lo pasé en grande».

Desde entonces, Margaret Jewell se ha convertido en una especie de talismán en los conciertos de la comunidad «metalera»: los jóvenes posan con ella para fotografías del recuerdo o bien le regalan camisetas, collares o libros. Todo son agradecimientos.

Tampoco, cabe decir, la abuela del «heavy metal» ha padecido largas colas en sus numerosos conciertos, porque los asistentes le ceden la primera fila muy gustosamente. ¿Quién dijo pues que no reina la educación y el buen rollo en el «heavy metal»?

Margaret Jewell ha sufrido ahora un parón en sus conciertos, pero su leyenda estará siempre viva: una cena en la intimidad que disfrutó con Paul Di'Anno (Iron Maiden) o una púa firmada por Deep Purple son parte de sus pequeños tesoros.