Cinco días, cuatro orquestas y tres emplazamientos para hacer vibrar con su música. Estas son las cifras que arroja la primera edición del Festival Internacional de Orquestas de Jóvenes, que desde ayer y hasta el martes se celebra en Alicante, Almoradí y Teulada-Moraira. Escarbando un poco más, se descubre que al margen de desarrollar sus capacidades musicales, el encuentro servirá para que los jóvenes vivan una experiencia personal que relanzará sus incipientes carreras artísticas.

«Aquí van a aprender más en una semana que en uno o dos años de estudios en Bruselas», señalaba ayer el director de la Twis Youth Orchestra belga, Vicenzo Casale, mientras los jóvenes visitaban los interiores del Palacio Provincial de la Diputación. Los chicos de Bélgica estarán acompañados estos días por músicos suizos, alicantinos y malagueños. Fernando Montosa, de la ciudad andaluza y apenas 16 años, lo tiene claro: «La experiencia es magnífica para nosotros, tan jóvenes, con tanto camino por recorrer».

En la misma línea apunta Albert Skuratov, violinista ruso de 24 años invitado por la orquesta malagueña. «Vamos a pasar cinco días maravillosos. Son experiencias por las que tendríamos que pasar todos los jóvenes, muy importantes a nuestra edad», relata en un español que ha ido puliendo durante los años que lleva afincado en Madrid. El director de la Joven Orquesta de Málaga, Ángel Luis Pérez, pone la lupa sobre otros valores como «la convivencia». «Intercambiar conocimientos con chavales de otros países les permite mejorar su nivel y exponer su música al exterior», tercia.

Uno de los reclamos de este encuentro será contemplar el desparpajo de la concertina suiza Cécile Vonderwahl. A sus quince años, se expresa con timidez fuera de la orquesta. «Con nuestra edad no estamos acostumbrados a salir al extranjero, es una gran oportunidad», indica entre susurros. Con mayor firmeza habla el madrileño Bruno Ruiz. «Pocos jóvenes acceden a este tipo de citas», indica el representante de la agrupación local.

Otros señalan el valor que tienen iniciativas de este tipo en tiempos en los que la crisis provoca estragos en la cultura, como el director suizo Gabriel Estarellas o el oboísta belga Baptiste Jacques.