Amy Winehouse fue una estrella tan autodestructiva como brillante.

Fue responsable de popularizar y revivir el soul durante la pasada década y también de acercarlo a las masas, en una época en la que el folk y la electrónica inundaban las pistas de baile, los festivales y las emisoras de radio.

Este martes se cumplen dos años de su muerte y aún hay muchos fans que se resisten a dejar que su recuerdo se borre.

Amy Jade Winehouse (1983- 2011) pasó a formar parte del selecto club de artistas que fallecieron a los 27 años, entre los que destacan Kurt Cobain, Janis Joplin, Jimi Hendrix o Jim Morrison. Al igual que todos ellos, su vida estuvo marcada por el abuso de drogas y alcohol.

En un primer momento, la muerte de la cantante británica se relacionó con el consumo abusivo de sustancias ilegales, pero meses más tarde los resultados de la autopsia revelaron que había perdido la vida a causa de una gran ingesta de alcohol, una adicción que resultó letal: su cuerpo contenía 416 miligramos de alcohol por decilitro de sangre.

A pesar de estas pruebas, su hermano, Alex Winehouse, manifestó recientemente en una entrevista que Amy había fallecido debido a la bulimia que no había sido capaz de superar.

Para recordar el legado de esta artista, quien para muchos se encuentra a la altura de artistas inmortales como Billie Holiday y Sarah Vaughan, el Museo Judío de Londres acoge desde este mes y hasta el próximo 3 de septiembre la muestra 'Amy Winehouse: A Family Portrait', un recorrido por la vida de la artista.

Sus vestidos y zapatos, su colección de discos y una veintena de fotografías, muchas de ellas inéditas, son algunos de los objetos que componen esta exposición, organizada en el barrio de Candem Town, donde vivió la artista hasta el momento de su muerte.