Retoma de nuevo al personaje de Víctor Ros. Y ya van cuatro.

La verdad es que tengo pendiente publicar una nueva novela sobre la Guerra Civil, pero los lectores mandan y me preguntaban por el detective; así que decidí alterar el orden. Estoy muy contento de ver cómo interesa esta saga.

¿Tenía claro los misterios que iba a resolver el protagonista?

Sí. A pesar de que escriba novelas de otro género entre unas y otras de la saga, tengo una idea muy clara de la vida de este detective, de su presente, pasado y futuro. Siempre lo tengo en mente. Ahora vuelve a Oviedo a ayudar a un juez a resolver el asesinato del hijo de un famoso industrial, pero Víctor no quiere, porque dejó allí a una mujer en el pasado...

Un amor del pasado, amigos que decepcionan... ¿Una buena novela policíaca va más allá de resolver un crimen?

Las sagas detectivescas son muy agradecidas, porque el lector conecta con el protagonista. El escritor le propone un juego para que ayude a resolver el misterio, pero el lector también quiere saber cómo evoluciona el personaje, cómo es su relación con su mujer, que en este caso tiene un papel fundamental para ayudarle en su trabajo, o con su hijo adoptivo, un chico perdido a quien Víctor quiere ayudar como le ayudaron a él. El lector quiere reencontrarse con ellos y, al mismo tiempo, se puede incorporar en cualquier parte de la saga porque son novelas independientes.

¿Ha evolucionado el autor al mismo tiempo que el detective?

A medida que vas publicando novelas debes ir evolucionando, mejorando y puliendo el estilo, pero mi objetivo es entretener; conseguir que los lectores viajen en el tiempo, vivan aventuras y, si es posible, dejar alguna reflexión. No tengo intención de trascender ni ganar el Nobel, prefiero llegar a la gente sencilla que se entretiene con este género.

Dice que Víctor Ros se implica en la sociedad en la que vive y la quiere mejorar. ¿Era imprescindible para usted crear un personaje en el que usted creyera?

En la mayoría de sagas de novela negra, el detective es el antihéroe, son personajes que han echado del cuerpo, borrachos, drogadictos y hasta maltratadores. Cuando irrumpió Víctor Ros supuso un soplo de aire fresco para el lector al encontrarse con un personaje positivo; él es bueno, actúa de forma correcta y termina por gustar.

¿Le gustan las series de televisión sobre detectives?

Veo sobre todo series extranjeras y el género es igual de agradecido en televisión. Todos los españoles llevamos dentro un seleccionador de fútbol, un médico y un policía y es interesante verte resolviendo un asesinato junto al protagonista. Si además incluyen reflexión, mejor. En mi novela El valle de las sombras, el argumento tenía como contexto la construcción del Valle de los Caídos. Eso como ensayo no hay quien lo lea, pero si al lector le das un crimen, dos hombres opuestos que empiezan a entenderse y forjan una amistad y lo cuentas de forma lúdica, al final le aportas mucho más que un relato.

Además de las novelas, tiene un blog. ¿Le cuesta analizar la realidad que vivimos sin un personaje de por medio?

Todo el mundo tiene su propia opinión. Mucha gente me felicita por contar verdades que son ignoradas, como denunciar que se estén dando millones para rescatar a la banca y no haya calefacción en un colegio. Estamos viviendo un divorcio entre la política y la sociedad muy grave, porque la política vive en un grado de autismo que nos puede llevar a una gran debacle.

Escribió hace unos días que no es economista, pero ¿ve salida a la crisis?

No deberíamos permanecer en el euro ni mantenernos en una estructura europea para la que no estamos preparados. Tenemos sueldos sudamericanos y precios de suecos.

Usted vivirá la crisis directamente como profesor de un instituto público...

En diciembre, en mi centro no hubo comida de Navidad porque no teníamos extra. Y de repente aparecen de la consejería con once pizarras digitales para las que han invertido miles de euros. Eso no se entiende cuando la calefacción solo se puede encender una hora, cuando hay que cobrar a los alumnos por las fotocopias...