Un joven físico alicantino, Jorge Lillo Box, se ha convertido junto a otro español, David Barrado, en el científico que ha descubierto un nuevo exoplaneta (fuera de la órbita del sol), gracias al telescopio especial Kepler de la Nasa. El trabajo ha sido publicado en la revista "Nature", dentro de un estudio internacional auspiciado por la Nasa. Jorge se encuentra realizando su tesis doctoral en el Centro de Astrobiología en Madrid. Comenzó a desarrollarla en septiembre de 2010, y versa, principalmente, sobre la búsqueda y caracterización de planetas extrasolares.

¿Quién es Jorge Lillo?

Nací en Alicante, estudié Física en la Miguel Hernández y tengo 25 años. Ahora mismo me encuentro realizando la tesis doctoral en el Centro de Astrobiología (INTA-CSIC) en Madrid, siendo mi director el doctor David Barrado, director del Observatorio Astronómico de Calar Alto (Almería) e investigador del Centro de Astrobiología en Madrid. Mi tesis va sobre los planetas fuera del sistema solar.

¿De qué hablamos?

Un exoplaneta o planeta extrasolar es, básicamente, un planeta como los de nuestro sistema solar pero que gira alrededor de otra estrella que no es nuestro sol. Por ejemplo, Kepler-37 es, en realidad, un sistema formado por tres planetas orbitando alrededor de una estrella a 210 años luz de distancia. Es decir, que tardaríamos 210 años en llegar si fuésemos a la velocidad de la luz. Estos tres planetas son el Kepler-37b, Kepler-37c y Kepler-37d y tienen tamaños, respectivamente, como el de la Luna, la Tierra y algo más grande que la Tierra. Sin embargo, los tres se encuentran tan cerca de su estrella que la temperatura es tan alta que se puede descartar la existencia de vida, al menos tal y como la conocemos.

¿Puede estar el universo lleno de estos pequeños planetas?

Desde que a mediados de los noventa se descubrieran los primeros planetas extrasolares se han podido confirmar alrededor de 900 exoplanetas. Los hay de todos los tipo y tamaños, desde superplanetas como Júpiter, hasta el Kepler-37b, del tamaño de nuestra Luna. El telescopio Kepler, lanzado en 2009, ha publicado ya alrededor de 3.000 nuevos candidatos planetarios a la espera de ser confirmados por observaciones desde Tierra. Y esto sólo en una pequeñísima región del cielo. En nuestra galaxia hay alrededor de cien mil millones de estrellas como el Sol con lo que, efectivamente, se estima que no sólo la Vía Láctea pueda estar llena de planetas orbitando a esas estrellas, sino que también los habrá en el resto de galaxias. Gran parte deberían tener tamaños similares a los de la Tierra.

¿En qué consiste su trabajo?

Desde el inicio de mi proyecto de tesis doctoral, mi trabajo ha estado enfocado en los resultados provistos por el telescopio Kepler, lanzado por Nasa en marzo de 2009. Este telescopio se dedica a la observación de unas 150.000 estrellas en una pequeña región del cielo para poder detectar pequeñas variaciones en la luz, que podría indicar la presencia de un planeta pasando por delante de las mismas. Es decir, como en un eclipse solar la Luna pasa por delante del Sol y vemos que la luminosidad ambiente disminuye. Pues bien, la precisión de este telescopio es tal que sería capaz, por ejemplo, de ver desde Santa Pola un mosca pasando por delante de una de las ventanas del hotel Gran Sol en Alicante. El principal problema es que hay muchos tipos de configuraciones estelares que pueden mimetizar la señal producida por un planeta. Por ello, se necesitan observaciones complementarias desde tierra para poder confirmar estos planetas. Y esa ha sido la contribución que hemos hecho nosotros desde España. Hemos empleado el instrumento AstraLux instalado en el telescopio de 2.2 metros del Observatorio de Calar Alto para obtener imágenes de muy alta resolución de esta estrella y descartar la posibilidad de que la señal recibida no provenga de un planeta sino de otra estrella.

Tecnología punta

Al ser tan pequeño el planeta hallado (el más pequeño hasta la fecha con un tamaño similar al de nuestra Luna), la confirmación del planeta por otras técnicas era realmente imposible con la tecnología que disponemos en la actualidad.

¿Tienen relación con la Nasa?

En diciembre de 2011, dado el éxito de nuestras campañas de observación, participamos en un congreso en EE UU sobre la explotación de Kepler, y el núcleo del equipo del telescopio nos ofreció la posibilidad de participar en una colaboración más formal. Quisiera resaltar que solo el uso de telescopios terrestres garantiza la explotación adecuada de estos datos. En el caso concreto del Observatorio de Calar Alto, sólo una adecuada financiación ha permitido nuestra participación en este programa. Ahora, cuando la financiación de la ciencia básica se ve amenazada, y nosotros nos enfrentamos a una sustancial reducción presupuestaria que nos limitará en buena medida, es el momento de establecer prioridades. Un descubrimiento como este claramente muestra que la inversión en un observatorio de tamaño medio (el más importante de la Europa continental) es muy rentable, y que la sociedad debe demandar a los poderes públicos que financien sin reservas instalaciones que producen resultados tan importantes como este.

¿Podría pasar en Alicante un suceso como el de los Urales?

El estudio de meteoritos no pertenece a mi campo de trabajo. Pero sí, podría haber ocurrido en cualquier punto de la Tierra y, por lo tanto, también en Alicante.