No se confundan. La música con la que menea sus caderas el sector más moderno de Nueva York no es la que sale de la guitarra del grupo cabeza de cartel del Festival de Benicàssim. El baile que últimamente vuelve locos a los "hipsters" de la Gran Manzana se remonta casi un siglo. Se trata del enérgico Lindy Hop, una serie de movimientos concatenados a ritmo de swing que pusieron de moda los afroamericanos en la sala Savoy, situada en el mítico barrio de Harlem.

Este tipo de baile, que ha desgastado millones de suelas de zapatos de punta fina, se ha recuperado en las últimas décadas en todo el mundo y vive una especie de renacimiento en los últimos años. En Governor's Island jóvenes neoyorquinos disfrazados con vestidos y trajes de época, bailan los domingos las canciones que prohibieron los nazis durante la II Guerra Mundial. Pero no hay que cruzar el charco para sumarse a este movimiento. La fiebre también la padecen algunos grupos europeos. En España, exactamente en Barcelona, se cuentan por cientos los seguidores del Lindy Hop.

El término lo acuñaron los bailarines Whitey's Lindy Hopper cuando le dijeron a un periodista que uno de los aéreos que habían realizado se lo dedicaban a Charles Lindbergh, el piloto que había conseguido dar el gran salto de Europa a Estados Unidos. El redactor entendió que realmente se referían al baile, y lo bautizó de esta manera por mera confusión.

Alicante, cómo no, no podía quedarse atrás. Hace más de dos años, a Tete Grisalvo, una enamorada de la estética vintage, le dijo un colega que seguro que con esas pintas conocía el Lindy Hop. "Yo le dije que no pero que si me lo enseñaba lo bailaba", asegura Grisalvo. Dicho y hecho. Por estas casualidades de la vida conoció a otros alicantinos que también se habían enamorado de las canciones de Duke Ellington, Benny Goodman y Count Basie. Les comentó que lo mejor sería crear un perfil de Facebook con el fin de conocer más gente seguidora de esta nueva religión rítmica, y así crear cierta escena. Se juntaron seis y comenzaron a asistir a cursos en Madrid y Barcelona para después ir enseñando a la gente que se ponía en contacto con ellos por las redes sociales.

Actualmente son alrededor de 70 personas y en Facebook tienen más de 600 followers. En enero de 2012 han impartido una serie de talleres en la sala Monumental Dance y en el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante. La asistencia de público ha sido siempre un éxito, tanto en los ya dados como en los que tienen preparados para los sábados desde el próximo 9 de marzo a junio en la escuela Insitu de Alicante y los workshops de los días 28 de febrero y 1 y 2 de marzo en la Sala Clan Cabaret, que han organizado con la italiana Doriana Galliano, formada por uno de los grandes bailarines de Nueva York de este género, Frankie Manning. Por casualidad conoce a Teresa Morales, una de las impulsoras del Lindy Hop en la provincia, que también ha creado en Facebook el perfil Nómadas del Swing para promocionar estos talleres temporales. El 9 de marzo, además, tienen previsto llevar a cabo un curso y una fiesta en el Refugio Jazz Club de San Juan con los mejores músicos de swing de Alicante.

No obstante, lo más interesante de este grupo no son los talleres que organizan. Lo realmente curioso son sus Clandestinos. Esta actividad, que homenajea la persecución nazi a los amantes del swing, se basa en crear una convocatoria en Internet en un punto concreto de la ciudad para hacer lo que más les gusta: bailar. La mayoría de veces no avisan a las autoridades. Simplemente se plantan en el lugar señalado con un altavoz y le demuestran a la gente el sentimiento positivo que desprenden con su ritmazo.

El último lo llevaron a cabo en una plaza del centro de Alcoy y se juntaron alrededor de 40 personas bailando. También han llevado a cabo citas en la Explanada del Puerto de Levante, junto al Casino del Mediterráneo; en la Plaza de los Luceros, frente al Ayuntamiento de San Vicente del Raspeig?

Sólo hay una cosa que preocupa a este colectivo de bailarines: escasean los chicos. Así que ya sabéis mozos, a dejarse la vergüenza a un lado, robarle los pantalones de pinza holgados a vuestros abuelos y, de momento, aprenderos el saludo que se sigue estilando entre estos bailarines: "¡Swing hai!".