A Laura García, durante su niñez, nunca le apasionó demasiado ponerse con un mando delante de una pantalla para matar marcianitos. Ahora, a sus 26 años, ha llegado a estar más de 8 horas al día durante 2 ó 3 meses jugando al mismo videojuego, por lo que es capaz de pasárselo en nivel experto con los ojos cerrados.

No se equivoquen. No se ha convertido de repente en una enferma de las videoconsolas. Simplemente es una de las miles de piezas que mueven esta maquinaria industrial que produce muchos más millones de euros, dólares y yenes que el propio cine. Y curiosamente, uno de sus puntos neurálgicos se encuentra en Canadá. Hace unos años se enteró de que varias empresas de Montreal buscaban europeos para traducir videojuegos -sólo en esta ciudad hay más de 20 sociedades especializadas en este sector. Gracias a su carrera de Traducción e Interpretación, que cursó en la Universidad de Alicante, consiguió trabajo de testadora en una mercantil encargada de controlar los textos de títulos tan famosos como Enslaved, Power Rangers y algunos de la serie Lego. Su empleo consistía en probar los productos para detectar los errores de las traducciones en diálogos, subtítulos, menús, etcétera. Actualmente, trabaja como traductora para Babel Media, de la que no puede revelar demasiados datos sobre sus clientes por confidencialidad.

Su función ahora es realizar traducciones de todo el contenido del videojuego, que después pasan a manos de actores de doblaje que dan voz a los diferentes personajes. "Trabajo junto a testadores y traductores de Taiwán, Japón, Francia, Brasil, China, Noruega, Finlandia... Sobre todo traducimos desde el inglés a los idiomas que más dinero mueven en el mundo: español, francés, alemán e italiano", explica.

García recuerda que cuando llegó a esta ciudad canadiense hace 2 años sólo conocía a 15 españoles. Ahora dice que forman una auténtica comunidad que se dedica al mismo sector. Entre ellos conoce a otros tres traductores de la provincia. Una de ellas es Irene Gimeno, su mejor amiga, que se animó a dejar Europa y seguir sus pasos para desarrollarse también como traductora.

Encontró trabajo en Gameloft, una de las firmas más punteras en este sector, sobre todo en lo que se refiere a juegos en tabletas y smartphones. Que los lindos caballitos de colores del juego "Mi pequeño Poni" hablen con la corrección que exigiría María Moliner, ha sido muchas veces responsabilidad de esta alicantina de 27 años. Su buen ojo lingüístico también ha revisado otros títulos como Modern Combat, My Littlest Pet Shop o Zombiewood

"Nuestro objetivo es que el jugador español se sienta lo más cómodo posible con el ámbito textual de su producto. Yo ahora trabajo de testadora de sonido y me paso con mi equipo meses comprobando que las melodías y efectos sonoros estén en condiciones. En mi empresa, además de traductores, hay grandes profesionales en los terrenos de la música, la tecnología multimedia y el arte gráfico", señala Gimeno.

Sobre Montreal simplemente apuntan que es una ciudad con un sentido democrático francés progresista, aunque con un toque muy "americano" a ojos de los españoles. Gimeno destaca que "aquí la mayoría de nuestros amigos están trabajando, a diferencia de lo que ocurre España y en otros países de Europa. Da gusto ver que la gente joven que te rodea es autosuficiente y puede desarrollar su vida con normalidad". Puede que con la elección de trabajar en Montreal hayan ganado la partida. El frío invierno y la lejanía con lo suyos también lo ven como grandes hándicaps. Sólo el tiempo tiene la respuesta. De momento, siguen jugando.

Mucho cuidado con términos como "coger" y "culo"

Empaparse de la terminología que se utiliza en cada videojuego es uno de los principales retos que se presenta en el trabajo de traductoras como Laura García e Irene Gimeno. García dice que, por ejemplo, en videojuegos infantiles para los que ha trabajado tiene que utilizar un lenguaje mucho más infantil. "En otros de matar zombies tienes que bregar con diálogos más agresivos y muchas veces incluso intuir qué quieren decir exactamente entre tanto grito y alarido". García destaca además que es muy importante tener en cuenta el país al que va dirigido el producto en cuestión, ya que a veces se crean conflictos con los significados de ciertas palabras. "Por ejemplo, si se va a publicar en Latinoamérica te tienes que olvidar de términos como "coger", ya que en algunos países de Sudamérica significa mantener una relación sexual. Me contaron que hubo un traductor en Canadá que cambió el término inglés "ass" por el castellano "culo" en un juego para público infantil. No tuvo en cuenta que el videojuego salía a la venta en México, donde "culo" significa directamente ano. Los clientes lo encontraron tan grosero que decidieron paralizarlo".