"Si no fuera por la ilusión, los coros no existirían", sentencia Manuel del Olmo, tesorero del Orfeón Manchego, grupo invitado al I Encuentro Coral Ciudad de Alicante, que el próximo domingo a las 19 horas -entrada libre- compartirá escenario con la Coral Tabaquera y la Coral Mare Nostrum, ambas alicantinas, en el Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA).

Las corales u orfeones musicales suelen contar con pocos medios, pero a sus componentes les une su pasión por la música y su voluntad de crear algo de forma conjunta. No les importa viajar un domingo para cantar en una boda, en una iglesia o en un teatro y tener que pagarse luego el tentempié. Después de años compartiendo horas de ensayo en locales prestados, trayectos en autobús, escenarios en localidades remotas y desayunos de hotel, llegan a formar una gran familia, e incluso de ahí surgen algunas propias.

"En la nuestra hay muchas parejas, pero ya hechas, que somos mayores, pero nos lo pasamos estupendamente", señala Mari Carmen Franch, presidenta de la Coral Tabaquera, una de las más numerosas con 70 miembros, de una media de edad superior a los 60 años, que a duras penas cabe en el aula que, generosamente, les cede para el ensayo el colegio público San Blas, después de haberlo hecho en la parroquia de la Misericordia y en la antigua Tabacalera.

"Nuestra preocupación es que llegue un momento en el no podamos hacerlo y tengamos que pagarnos un alquiler, porque no tenemos presupuesto para eso", apunta el tesorero, José Francisco Pascual. La Coral Mare Nostrum también ensaya en un local cedido por la iglesia de Los Capuchinos y el Orfeón Manchego lo hace en un centro social. Los coros funcionan de forma altruista y, con el descenso de las bodas -una de sus mayores bazas- y con la crisis, no hay instituciones públicas ni patrocinadores que apoyen lo suficiente estas formaciones para que se desarrollen y crezcan, así que funcionan con un caché mínimo -en torno a los mil euros, aunque depende del acto- para cubrir los gastos de las actuaciones.

"Tenemos un convenio con la Diputación para pagar los gastos mínimos del director y el pianista, pero el otro día cantamos en Benimantell y la comida la pagamos a escote. Y muchas veces cantamos gratis", indica Juan Ramón, el secretario, que lamenta que los organismos oficiales "no cuiden más a las corales con una programación estable, que se mantienen con el agua al cuello".

La Coral Tabaquera tiene lista de espera para la entrada de mujeres porque tiene exceso de voces femeninas, pero la Coral Mare Nostrum -que cuenta con 40 componentes, algunos desde su fundación en el año 83-, está bastante equilibrada, con una media de edad de 65 años. Muchos ya sabían cantar "o no, depende", señala Pepe Tur, secretario de la agrupación. "Lo único que se les pide es que les guste cantar, pero no hace falta solfeo ni que vengan aprendidos, el director les hace una pequeña prueba y ensayan hasta que debutan. Algunos no sirven o no tienen suficiente voz aunque son los menos, pero a los interesados se les acepta encantados". En el Orfeón Manchego, cuenta su secretario en tono de broma, "tenemos una componente a la que ninguno de los cuatro directores ha logrado hacer cantar bien porque desentona un poco, pero no pasa nada. En el grupo humano lo que vale es la persona, y a lo mejor esa persona une más el grupo".

Las corales ensayan cada semana, uno o dos días durante unas dos horas, y pueden realizar entre 20 y 30 actuaciones al año, que siempre aumentan en verano y en Navidad. "Es un poco sacrificado pero esto se hace por afición. A nosotros salir de la provincia se nos hace complicado porque se nos va el presupuesto y solemos volver en el día, pero nadie se queja de seguir el ritmo. La gente viene encantada porque le gusta", apunta Pepe Tur, que recuerda que en un trayecto a Quatretondeta "casi nos matamos porque el conductor del autobús era inexperto, nos equivocamos y nos vimos en un barranco con medio autobús fuera de la carretera, pero al final lo podemos contar".

A la Coral Tabaquera en una ocasión les tuvo que llevar la policía hasta Santa Faz porque el conductor del autobús sólo recogió a los curas y olvidó al coro, que tenía que cantar en la misa ante el obispo, y más de una vez sus miembros han tenido que cambiarse deprisa y corriendo en el interior del autobús.

El Orfeón Manchego también señala que los viajes son "espectaculares, vamos cantando y nos volvemos cantando". En esta formación, que también ha cantado en el extranjero, apuntan que "en los viajes se pasa bien y al final acabas haciendo migas, claro. Y si no hay ganas, no lo haces. Este verano nos fuimos a León y Asturias y el viaje nos lo hemos pagado nosotros. Y ahora vamos a Alicante, el día de antes tenemos zarzuela en Colmenar Viejo y el domingo actuación en Albacete. Parecemos profesionales pero no lo somos", apunta Del Olmo.

Para la presidenta de la Coral Tabaquera, lo importante es que "todos disfrutamos porque nos gusta cantar y siempre es una superación. Lo que se pretende es que parezca una sola voz. Y cuando ves al público que te aplaude, te dice bravo, y ves a gente que incluso llora, merece la pena".