Vargas Llosa inauguró el pasado lunes en Madrid el congreso internacional El canon del boom con motivo del 50 aniversario del boom de la literatura latinoamericana, que se ha desarrollado durante toda la semana con más de 40 escritores y críticos en ocho universidades españolas, entre ellas la Universidad de Alicante.

Hasta Alicante viajaron ayer los escritores Héctor Abad Faciolince (Medellín, Colombia), Marcelo Birmajer (Buenos Aires, Argentina), Alonso Cueto (Lima, Perú) y Luis Goytisolo (Barcelona) para desgranar los efectos de un boom que, como señaló ayer en la rueda de prensa previa al congreso -a la que no pudo asistir Goytisolo- el colombiano Faciolince, "puso por un momento a los satélites en el lugar de los planetas, a países que estaban en la periferia en el polo de atracción literario". "Les dijeron al mundo que en esa región de la tierra donde solo parecía haber dictadores y desórdenes que se producía una gran literatura, unas obras magistrales", añadió.

El "club más exclusivista", como recordó Carmen Alemany, directora de la Cátedra Vargas Llosa, que algunos llamaron a este movimiento, estaba formado por cuatro grandes nombres de la literatura: Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Carlos Fuentes. "Que solo fueran cuatro provocó polémicas pero la aparición de estos nombres y su encaje en los lectores provocó un efecto arrastre entre el resto de escritores", apuntó.

Faciolince coincidió en que estos cuatro escritores conformaron un movimiento, donde no estaba Borges o Rulfo, pero que también influyeron, que fue "un esplendor de la literatura latinoamericana para el mundo, un Big Bang" y gracias a ese descubrimiento "se redescubrió al resto de escritores que merecían ser leídos. Se iluminó el pasado y se abrió el futuro para muchos".

La consideración de "nietos y bisnietos del Siglo de Oro español" fue aprovechada por el argentino Marcelo Birmajer a afirmar que el boom debería agregar un cero a los 50 años "porque hace cinco siglos que el Quijote comenzó el boom" y estableció un vínculo entre Cervantes y el origen del movimiento, que mezcla lo carnal y lo onírico.

A su juicio, la trascendencia del boom literario reside en "cómo pervirtieron el lenguaje, sacaron los jugos y encontraron el punto G al español" a través de una literatura "exuberantes y alentadora que representó una voz de libertad, de democracia en América Latina y que fue fijadora de la democracia civil con ese lenguaje de libertad y de diálogo".

Para el escritor peruano Alonso Cueto, es la primera vez que España tiene conciencia de América Latina, "de sus temas, de sus problemas que aparecen en las novelas y que son parte de la lectura de los españoles. Y que España lo celebrara marca un capítulo muy importante".

Esta literatura, narrada por autores de diferentes países y con diversas obsesiones, tiene como nexo de unión "que transformaron el lenguaje, el castellano. Ya no podemos escribir igual después de ellos, que iniciaron una escripturas más libre y que acabaron con la narración tradicional. No somos los mismos después de esa generación".

Respecto a si hoy podría producirse un fenómeno igual que el de hace 50 años, en la era de Internet y del predominio del lenguaje audiovisual, Birmajer no dudó al afirmar que "se hubieran encontrado igual con su destino y el boom habría funcionado igualmente" tras añadir que "la literatura violenta las épocas y atraviesa las tecnologías" y puso como ejemplo la novela juvenil Harry Potter, "un libro así de gordo, de siete tomos, con gente a las puertas de las librerías esperando el tomo nuevo. Era un libro, no era una película ni un videojuego".

Faciolince agregó que los escritores del boom "trajeron nuevas formas de narrar que fecundaron la literatura española" y hoy el boom "es tecnológico, está en Internet". No obstante, Cueto apuntó que "la literatura no ha desaparecido frente a los medios audiovisuales, se lee más que nunca y siempre habrá una historia que contar".

Respecto al peso de los grandes escritores latinoamericanos y la tentación de las nuevas generaciones de "matar al padre", ninguno suscribió esa necesidad. "Lo único malo que tienen los libros buenos es que dan origen a un montón de libros de imitadores insoportables", opinó Faciolince y entre las diferencias sobre con los escritores del boom, apuntaron que "las utopías de los 60 sabemos que no existen hoy" y los escritores son "más realistas" y "más escépticos" al reclamar un mundo "menos imperfecto". "La literatura hoy puede cambiar la vida de las personas, más que el mundo", concluyó Cueto.