En la historia de la literatura del siglo XX surgió un factor dinamizador de enorme importancia, tanto social como a niveles creativos: el fenómeno del folletín, la revista literaria por entregas. Lo que en Estados Unidos se denominó 'literatura pulp' (en referencia al papel de pulpa, barato, frágil, en que se imprimen estos folletines de quiosco). En este marco es de vital importancia Tarzán, personaje nacido de la imaginación del escritor Edgar Rice Burroughs que apareció por primera vez en octubre de 1912, en el seno de la revista 'All Story Magazine'.

Burroughs es prototipo de ese escritor pulp, afecto a los géneros menos nobles (como si tal cosa fuese posible... la nobleza reside en la ejecución, no en el tema elegido, por supuesto): el western, la novela histórica, la de aventuras, la ciencia ficción... lugares comunes para desarrollar sus historias de entretenimiento cándido. Pero ninguna de sus creaciones logró el éxito del rey de los monos, en hombre blanco, apolíneo y justo que se cría desde niño en una selva de la que se torna rey y voz justiciera.

De Tarzán escribió Burroughs 23 secuelas, todas de éxito. Autor, según el especialista en ciencia ficción John Clute, de estilo "recargado y a menudo inexacto", "las obras de Burroughs nos catapultan a las lecturas de nuestra infancia, donde las hazañas de sus héroes están envueltas en una tonalidad ensoñadora". Quizá este es el secreto de Tarzán, una pureza nítida, una búsqueda de cierta magia ensoñadora en un personaje carismático. El secreto de un éxito que trasciende las fronteras de lo literario.

Las aventuras del hombre-mono son un icono cinematográfico. Se cuentan más de 80 filmes protagonizados por Tarzán, siendo por supuesto los protagonizados por JohnnyWeissmüller los más reconocidos. En el ex nadador olímpico se fragua la imagen definitiva de Tarzán. También la más ingenua, frente a lamuy celebrada 'Greystoke, la leyenda de Tarzán', protagonizada por Christopher Lambert en 1984 y que supone el acercamiento más verista al rey de la selva. Pero hubo más tarzanes. Desde el cine mudo hasta Disney.

Y hubo más que cine, por supuesto. El cómic, tan afín a mediados del siglo XX a la narración de género más ortodoxa y evasiva, adoptó pronto al rey selvático, y lo hizo con gran calidad en la figura de dos maestros de la Edad de Oro: Hal Foster (desde 1929) y Burne Hogarth (que triunfó en los años 30 y se perpetuó en el personaje, que incluso retomó en los setenta).

Dibujantes naturalistas y exquisitos, supieron dotar de vigor y drama, intensidad y aventura, al Tarzán de las viñetas. No fueron los únicos autores que hicieron su versión en cómic del personaje, del que podríamos rastrear historietas hasta nuestros días.

Y más Tarzán: dos seriales radiofónicos, un espectáculo de Broadway, dibujos animados para televisión, videojuegos, juguetes... Cien años dan para mucho, incluso para esperar un nuevo filme, Tarzán 3D, de animación, para el año que viene. Son las pruebas del gancho inmarchitable de este jovencísimo centenario.