"Al principio, Ciudad de la Luz se presentó como un mega estudio de cine donde los cuentos de hadas se hacían realidad. Una máquina capaz de hacer grandes olas iba a arrasar como un tsunami con un enorme tanque de agua. Pero hoy, no hay agua en Ciudad de la Luz, lo que significa que está seca y el estudio de 54 acres de backlots está casi desierto".

De esta forma comienza el artículo con el que The New York Times, la cabecera más importante del mundo, abrió ayer durante toda la mañana su edición digital mundial, titulado algo así como "La fiebre constructora perseguida por la espada de Damocles". No en muchas ocasiones este periódico ha dedicado tanto espacio y tan relevante a algún tema relacionado con España. Pero parece que la situación del complejo cinematográfico ha llamado la atención de este diario, ya que sirve de hilo conductor a un texto en el que se repasan los excesos cometidos en la Comunidad Valenciana a la hora de construir grandes instalaciones de dudosa utilidad mientras el Gobierno autonómico acumulaba una gran deuda.

El artículo, firmado por Dooren Carvajal y Raphael Minder, destaca que "el complejo financiado con dinero público está en venta". En este sentido, recalca como "las autoridades de la UE han dado un ultimátum al Gobierno autonómico para que explique cómo pretende devolver los 325 millones de dólares del dinero de los contribuyentes impropiamente gastados en ambiciosas producciones. La respuesta puede ser corta". Y reproduce unas palabras de José Ciscar, vicepresidente de la Generalitat: "Realmente, no hay dinero para devolver".

Asegura el texto que los estudios, "forman parte de la fiebre por la construcción repetida en las autonomías españolas". "Al ir haciéndose más profunda la crisis, la combinación de intereses -banqueros, magnates de la construcción y gobiernos regionales oficiales-, responsables de excesos como en Ciudad de la Luz la han puesto en el punto de mira".

Mientras recuerda los recortes que se están realizando en Educación y Sanidad, The New York Times habla de Ciudad de la Luz como un ejemplo de la "locura por la construcción en Valencia", que ha dejado "un legado de 25.000 millones de dólares de deuda e intraestructuras en bancarrota". Habla de la construcción de "un puerto para superyates, una casa de la ópera -Palau de les Arts-, al estilo de la de Sidney, un museo de ciencias futurista, el más grande acuario de Europa, sin mencionar un aeropuerto que no ha tenido ni una salida o llegada. Eso además de atraer extravagantes eventos como la Copa América y la Fórmula 1".

En este sentido, afirma que los investigadores de la Comisión Europea han sido "particularmente críticos con estos grandiosos estudios de cine" en respuesta a las quejas de estudios privados por romper el mercado de la competencia y menciona las palabras de Joaquín Almunia al respecto.

El artículo reflexiona: "Mientras todas las regiones están intentando evitar la intervención del Estado, Valencia estuvo cerca del rescate a finales del pasado año cuando se vio forzada a pedir ayuda de Madrid para poder hacer frente a sus préstamos".

También hace referencia al juico al expresidente Camps y a la quiebra de la CAM, entidad para la que él "designó a dedo" a un presidente que era "vendedor de coches" y "un incondicional de su partido". Y destaca que la CAM financió Ciudad de la Luz y "otros proyectos del gobierno como Terra Mítica", que también quebró.

Los impagos fuerzan el cambio de la empresa de seguridad

Una deuda acumulada de 400.000 euros con Halcón Seguridad ha forzado a Aguamarga a pactar la rescisión del contrato y el acuerdo con una nueva empresa, Seguridad Control, que se ha subrogado y se ha nutrido de los mismos trabajadores. Según Javier González, de la gestora del complejo, "esto viene por el impago de la Generalitat" y afirma que el domingo la antigua empresa se fue y tomó las riendas la nueva, con un precio más bajo y menos personal.