­El estrés es hoy un diagnóstico común, pero hace 100 años era un síntoma absolutamente desconocido en la sociedad, al que no le puso nombre pero sí remedio el doctor Esquerdo. Médico y científico aventajado de su tiempo, el doctor José María Esquerdo (Villajoyosa, 1842, Madrid, 1912), introdujo la psiquiatría moderna, y diagnosticó y trató por primera vez en España a pacientes con problemas derivados del exceso de trabajo.

Eran finales del XIX, comienzos del siglo XX, los años de la barbarie marcados para siempre por la huella de los conflictos bélicos, de las guerras mundiales, cuando el científico y médico alicantino Esquerdo, una figura prácticamente desconocida en la provincia, observa y detecta en ciertas personas los efectos de las aglomeraciones en las grandes ciudades, los males comunes de las intensas jornadas laborales.

«Se puede deducir por sus prácticas médicas que el doctor Esquerdo empezaba a ser consciente de los problemas que acarreaban en algunas personas el exceso de trabajo y la aceleración de los ritmos en las grandes ciudades. Y, para tratar a este tipo de pacientes, excitados sin motivo aparente, empezó a cuidarlos con lo que se llamaban los “baños de mar”, y acudían una temporada a la sede del sanatorio ubicada en el Paraíso, Villajoyosa, frente al mar, aislados de sus preocupaciones y en un entorno natural. Es evidente que a día de hoy es algo bastante razonable, pero en la época no se utilizaban estas prácticas», afirma el documentalista de la Fundación José María Esquerdo, Rafael García.

Los estudios primerizos del estrés los encontramos en los años 30. Hans Selye, un estudiante de Medicina en la Universidad de Praga, examina a varios pacientes que, independientemente de su enfermedad, evidencian síntomas comunes: falta de apetito, fatiga y astenia, entre otros. Lo denomina el «síndrome de estar enfermo», aunque no sería hasta 1950 cuando firma su investigación más rigurosa: Estrés. Un estudio sobre la enfermedad. Selye marcó así un precedente, aunque la mayoría de investigaciones sobre el estrés no se produjeron hasta finales de los años 70.

Como hemos reflejado en líneas anteriores, el doctor José María Esquerdo no bautizó la enfermedad pero sí se adelantó a todos los médicos de su tiempo para dar con una solución a este mal. Es su perfil más desconocido, debido en parte a que no dejó documento alguno, cualquier escrito con que dejara registradas sus investigaciones, sus avances. Por eso, como recuerda el documentalista Rafael García, «solo nos queda lo que otros autores y prestigiosos psiquiatras han hablado de él sobre este tema, así como de sus prácticas pioneras, como la de alejar el sanatorio de las grandes ciudades, de la masificación, para buscar el sosiego y la calma como cura», explica.

Extensa trayectoria

La trayectoria científica y médica de José María Esquerdo no se reduce de modo alguno a la exclusiva búsqueda de remedios para combatir el estrés. De hecho, el doctor alicantino es especialmente conocido por ser el padre en España de la neuropsiquiatría y la terapia ocupacional. Tanto es así que en 1877 fundó el Sanatorio Esquerdo, ubicado en Carabanchel, donde los internos y los cuidadores representaban obras de teatro, abandonando de este modo el tratamiento coercitivo que sufrían los pacientes mentales por entonces.

«Era un sanatorio peculiar que establece una innovadora forma de trabajar y tratar a los enfermos, que en aquella época se les marginaba y se les consideraba desechos sociales. El doctor Esquerdo rompe con todo eso, y cuida al paciente, porque es una persona recuperable, y establece un teatro en el sanatorio, con el que los pacientes representan sus traumas y fantasmas. Una terapia innovadora que se sigue utilizando a día de hoy, y que se llama psicodrama», agrega Rafael García, investigador además de la obra de José María Esquerdo.

El médico alicantino también trabajó en Barcelona. Y allí, como recuerda en un artículo publicado en este medio Juan Luis Román del Cerro, se le apodaba «el bisbe dels metges (el obispo de los médicos)». Fundó varias revistas científicas, así como el servicio de Ginecología del Hospital de la Santa Creu de Barcelona, y fue nombrado presidente de la Real Academia de las Ciencias Médicas.

Madrid es, como decíamos, un punto fundamental para adentrarse en la biografía del médico José María Esquerdo que, 100 años después de su fallecimiento, vuelve a recuperar su importantísimo legado con dos próximas exposiciones: una en el Congreso de los Diputados, fechada para noviembre, y otra en el Colegio de Médicos, en la recta final del año.

«Son dos muestras que albergará documentos originales y utensilios de trabajo de José María Esquerdo. Y de esta forma vamos a intentar difundir algunas de sus aportaciones más importantes en el mundo de la Ciencia. Y esperamos así contribuir a la difusión de su obra y trabajo», apuntó Luisa Bulnes, bisnieta de Esquerdo.

Con una gran vocación política

El doctor Esquerdo disfrutó de una intensa actividad política, que fue compaginando y simultaneando con la docencia y práctica médica. Miembro del Partido Republicano Progresista fundado por Ruiz Zorrilla, fue elegido concejal y diputado por Madrid. A la muerte de Zorrilla, se puso al frente del partido, implicándose muy especialmente en los temas de índole sanitaria, y solicitó en varias ocasiones la reforma del código penal para no dejar a su suerte a los enfermos mentales (antes considerados, recordemos, desechos sociales). Una «responsabilidad social» con la que marcó precedente y se aprobó años más tarde. En 1910, José María Esquerdo presidió una coalición de republicanos y socialistas, por la que fue elegido diputado junto a Pablo Iglesias y Benito Pérez Galdós. Falleció el 30 de enero de 1912, en su domicilio de Madrid, y fueron muchas las voces de amigos e intelectuales que le recordaron con cariñosos escritos. Algunos de ellos se publicaron en La Palabra Libre. Pablo Iglesias le definió como «el hombre honrado» y escribió: «Los individuos afiliados al partido socialista basan su conducta en la honradez, la entereza, la abnegación y el sacrificio. Conjuncionados hoy con los republicanos para echar abajo el régimen monárquico, ¿cómo no habían de querer de veras a D. José María Esquerdo? El inolvidable doctor, ser de prestigio y una gran inteligencia, poseía en alto grado las antedichas cualidades».