Mike Scott lleva 40 años sobre un escenario y aún transmite la pasión de un músico adolescente que acaba de descubrir la poesía. Teatral, cercano, reivindicativo y rockero como quedan pocos sexagenarios, el compositor de The Waterboys lideró anoche en el Teatro Principal de Alicante un concierto perfecto, que terminó poniendo en pie a todo el público. La lección de romanticismo que dieron ayer The Waterboys, que presentaron el disco An appointment with mr. Yeads en su arranque de gira española, será recordada como uno de los grandes conciertos del año en Alicante.

Las butacas del Principal sufrieron desde los primeros acordes. El de anoche fue uno de esos conciertos donde parece que va a haber que conformarse con marcar el ritmo con el pie, mientras el jovenzuelo que descubrió "Rags" hace 20 años que pide desde dentro que saltes y bailes. El público, treintañero y "cuarentañero" en su gran mayoría se contuvo mientras sonaban All the things she gave me y The Thrill is gone. El sonido, como prometía el preciosismo con el que lo calibraron en la prueba de la tarde era inmejorable. Scott, un retrato ajado de sí mismo cuando tenía 20 años, y el violinista Stephen Wickham, que parecía salido de una novela de Dickens, aun no se habían dirigido al público.

Pero lo hicieron pronto y demostrando muchas tablas. "Estoy seguro de que vuestro inglés es mejor que mi español", garantizó el músico al público con acento de profesor nativo antes de empezar con A girl called Johny, un tema donde Wickham y él hicieron alarde de la camaradería que les une desde los años 80 y les convierte en los waterboys más antiguos.

Ambos ejecutaron ante el público bailes de juventud que aún pueden reproducir. El resto de la banda, enrolados todos entre 2010 y 2011, también tuvo su espacio, pero con un protagonismo más moderado. Be my enemy dio una nueva oportunidad al violinista y cantante para alardear de virtuosismo y clavaron un solo de guitarra y violín con la misma precisión con la que se relacionaron todos los instrumentos durante todo el show. Scott pidió un traductor entre el público para presentar September 1913, pero no fue hasta Mad as the mist and snow cuando el cantante desplegó todo el efectismo lírico de su último disco.

El momento culmen del concierto llegó con The pan within, canción con la que el público no pudo contenerse más y se echó a bailar en los asientos y en los pasillos del Principal. Después llegarían los bises y con ellos clásicos imprescindibles como The whole of the moon y Fisherman's Blues como colofón a dos horas de enorme rock and roll.