¿Qué tal ha ido el rodaje de El tiempo entre costuras?

La experiencia ha sido muy agradable. Fue muy agradable, sobre todo, por estar cerca de gente como Adriana Ugarte, Tristán Ulloa o Raúl Arévalo. Cuando mi representante me habló de la oferta, me compré la novela de María Dueñas y me encantó. No pude parar de leer. Y luego se la pasé a mi madre, a mi hermana... Es una historia preciosa, en la que a su vez se cuentan muchas cosas del pasado, de la historia de España, y el espectador se va a identificar con muchas de ellas.

¿Es cierto lo que se dice en su gremio? «Si desapareces dos años de la tele, te dejan de llamar».

Trabajar en la televisión, hoy por hoy, es clave. También es verdad que para el actor que ha pasado por el teatro y el cine, dar el salto a la televisión es importante. Pero ahora la televisión lo es todo, porque es el escaparate. Ahora las series de televisión se hacen con la calidad del cine, como así ha ocurrido con El tiempo entre costuras. El ambiente es bastante tranquilo, se puede improvisar... así no son normalmente los rodajes de las series a diario. Hay mucho más estrés, tiene que ser todo más inmediato, las tomas son más rápidas... pero con El tiempo entre costuras parecía que estábamos grabando cine, en una historia de época donde todo está muy cuidado.

2012 se asoma como un año negro para el cine español, por las escasas películas que se van a llevar cabo...

El cine no pasa por sus mejores momentos. Hay que solucionar algunos temas, para reconvertir cómo funciona la industria y ver si se puede transformar en algo bueno.

Internet y el cine. Dos hermanos obligados a entenderse y llevarse bien.

Me refiero a que tiene que haber un sistema en el que se pueda ver las películas y las series por Internet pagando, y las productoras no se arruinen. Pero también, hay que buscar un sistema que frene los precios desorbitados que se pagan hoy cuando vamos al cine. Hay que gestionarlo bien, porque el usuario tampoco puede ser culpable. Tiene que haber una adaptación a lo que está sucediendo.

¿Se quedó con el mensaje del presidente de la Academia, Enrique G. Macho, en la última gala de los Goya?

Sí, claro que lo vi. Hay que, como dice Álex de la Iglesia, aprovechar este contexto, coger el mensaje que se nos ha lanzado desde el actual mercado. Si con Megaupload y la piratería hay gente que ha sacado tanto dinero, eso es un mensaje, el mensaje de que la cultura no ha muerto. Y, por tanto, la cultura se tiene que organizar ahora de otra forma, y la gente que trabaja en esta profesión no caiga arruinada. Porque... ¿qué pelis se van a hacer este año? Hay muy poco trabajo, y eso nos deprime un poco a todos.

Sobre sus orígenes, ¿está en contacto con la compañía de teatro Taules, de Pinoso, con la que arrancó su carrera?

No me olvido nunca de ellos. Y, además, ahora tengo un proyecto en Pinoso, porque vamos a preparar una adaptación de La gata sobre el tejado de zinc, y hemos hecho una adaptación muy moderna. Será en verano. Me ofrecieron el papel de protagonista que ahora no encuentro en Madrid.

¿Muy duro, pese a su currículum, sigue siendo hacerse un hueco en Madrid?

Es muy duro y agotador. Somos muchos, y todos estamos buscando una oportunidad para reafirmarnos en nuestras carreras. Ahora mismo han sido las pruebas del Teatro Real de Madrid pero es muy difícil entrar. También hice hace poco un casting para televisión y me dijo la directora que llevaba haciendo pruebas a actores desde octubre. Imagínate. La competencia es mucha y muy grande.