Miguel Ors, profesor de Periodismo de la UMH, recuerda muy a menudo la anécdota de un alumno que realizó su tesis doctoral sobre cómo se lanza un penalti desde la línea de siete metros en balonmano.

Lo cierto es que hay tesis más o menos aburridas, más o menos interesantes, y más o menos prácticas. Pero en el caso de la investigadora Aída Martínez, licenciada en Traducción e Interpretación por la Universidad de Alicante, su tesis ha sido sin duda de gran utilidad.

Las barreras lingüísticas que existen actualmente en los centros penitenciarios españoles, donde aproximadamente el 35% de los internos son extranjeros, fueron el objeto de estudio de Martínez.

Una tesis doctoral que la investigadora realizó con la ayuda de su directora, la responsable de la Sede de la Universidad de Alicante, Catalina Iliescu.

"Lo que me propuse con la tesis es evaluar la "calidad" de estas interpretaciones hechas por internos y funcionarios, por intérpretes no profesionales. Y observé que hay algunas interpretaciones que salen bastante bien, pero hay otras desastrosas. Y en la mayoría de los casos parece que tan relevante como la parte puramente lingüística es la parte interpersonal, el hecho de que los interlocutores (interno y funcionario) confíen en el intérprete, que éste no se "extralimite"", afirma Aída Martínez.

La investigación se centró en las prisiones de Fontcalent en Alicante, la de Mallorca y Castellón I. "Al principio quería que el estudio abarcase varios centros por toda España y, además, quería grabar en vídeo las entrevistas para poder valorar mejor la parte no verbal de la comunicación. Pero después de que me denegaran la autorización dos veces, opté por renunciar a la grabación en vídeo (me quedé con audio y con las notas de ese componente no verbal que yo tomaría durante las entrevistas) y por reducir la muestra de centros penitenciarios", agrega Martínez.

Después de cinco años de trabajo y redacción, la investigadora de la Universidad de Alicante constató los problemas de estas barreras lingüísticas en las prisiones, en donde en algunos casos se producían otros problemas donde prevalecía el trasfondo político y social.

"Había veces que un preso de una minoría étnica de un país se valía de la ayuda como intérprete de otro interno que pertenece a un grupo étnico mayoritario de ese país. La interpretación se desarrolló bien. El miembro del personal la valoró en una encuesta como buena. Y dos expertos en interpretación que escucharon la grabación a posteriori calificaron la interpretación de aceptable. Y, sin embargo, el preso interpretado la valoró como pésima e indicó que no confiaba en absoluto en ese intérprete", agrega la investigadora de la Universidad de Alicante.

Ante estas circunstancias, Aída Martínez aporta varias conclusiones a su trabajo de investigación, que pueden ser tomadas como posibles soluciones a esta problemática. "Lo ideal es que hubieran servicios de interpretación profesional en prisiones. Bien vía telefónica, como se hace en otros servicios públicos o en prisiones de otros países, o bien de manera presencial, al menos para las lenguas mayoritarias", afirma Martínez, quien añade: "Aún así, los recursos, siendo los que son, y más en esta época, quizá no sería mala idea hacer un par de cosas: Intentar establecer convenios con las facultades de Traducción e Interpretación para que los alumnos pudieran hacer prácticas en centros penitenciarios, y organizar pequeños cursos de formación para los presos que hacen de intérpretes no profesionales, solo llevados por su buena voluntad".