El PP acaba de arrasar en las elecciones y las bolsas siguen castigando a la economía española. Siendo usted publicista, ¿no cree que ha elegido un mal momento para promocionar su novela?

Al revés. Cuanto más evidente se hace todo, más necesitamos soñar y hablar de ficciones. Y más necesario se hace tener una vía de escape. Es el mejor momento.

Pero esta entrevista tiene como último objetivo la venta de su libro...

Vender es algo mucho más prosaico. Los contenidos de la televisión van por ahí. Cuando más jodido está todo, más necesita la gente espectáculo.

¿Qué opina de la desbandada de anunciantes de La Noria por la presión de los internautas?

Ahí todos pierden. Se crea un desajuste entre lo que la gente está consumiendo y lo que le piden a las marcas. Hay un 16% de espectadores, que es una burrada, que consume La Noria. Si no quieres que La Noria esté en la parrilla, deja de mirarlo. Pero por qué le pides a una marca algo que no estás dispuesto a hacer tú. Es muy hipócrita que los anunciantes tengan que hacer algo que el público no está dispuesto a hacer. La tele es el medio más democrático que existe. Y el día que no haya público, La Noria desaparecerá. Lo que no entiendo es que haya gente que con una mano esté aplaudiendo que se vayan las marcas y con la otra esté poniendo el programa para ver qué dicen.

¿Pero ve bien que se hagan ese tipo de entrevistas pagadas?

Como publicista no creo que haya bueno ni malo: hay cosas que funcionan y cosas que no. Además, no puedo evaluar el criterio de tres millones de espectadores que le dan su visto bueno a un formato como éste. No soy quién para erigirme en gurú moral de la gente. Y menos de gente adulta.

¿Cree que su fama se debe a que dice lo que piensa sin adornos retóricos?

Me pasa un poco como al recién elegido presidente del Gobierno, el hecho que haya destacado en determinado entorno no es solo mérito mío sino también del entorno.

Con las redes sociales todo el mundo tiene ahora su pequeño pedestal desde el que lanzar ideas, reflexiones y también canalladas. ¿Le damos demasiada importancia al muro de Twitter?

Defiendo mucho a las redes sociales. Cuando un personaje público mete la pata en el muro de Twitter, al final creo que es un ejercicio de transparencia. Lo que ocurría hasta ahora es que esa gente tenía un publicista, un mánager o un agente... Y hasta que llegaba la información a los medios, ésta pasaba una serie de filtros. Ahora tenemos acceso directamente a la persona. Lo que no hay que esperar es que un cantante sea un analista político de la hostia. Oiga, que es un cantante...

¿Y si el que mete la pata es un político?

Ahí me parece mucho más justo. Al cantante le pagan sus fans o los que compren sus discos, pero a un político lo pagamos todos. Que un político quede en evidencia por los que dice en Twitter me parece mucho más justo.

¿Qué le parece la publicidad de Benetton, con Benedicto XVI besando al imán de la mezquita Al Azhar de El Cairo? ¿Vale todo en publicidad?

No. En la publicidad tienes que saber a quién debes molestar para ganar notoriedad. Benetton lo ha entendido desde las campañas de los años ochenta hasta ahora. Y ha sido coherente molestando al Vaticano. Benetton utiliza al Vaticano como central de medios.