En la recta final del Festival de San Sebastián y a unas pocas horas del veredicto, el equipo de la aclamada No habrá paz para los malvados viajó hasta Alicante para presentar la película de Enrique Urbizu, rodada parcialmente en escenarios de Alicante y en los estudios de Ciudad de la Luz. Su protagonista, un José Coronado que se come la pantalla en el que dicen es el papel de su vida, no dudó en afirmar que "si hay justicia en el mundo, que no la hay, la película debería llevarse la Concha de Oro" en San Sebastián "porque es una película que respeta la inteligencia del espectador, no lo da todo masticado, como en muchos thrillers americanos donde prima la acción y los efectos, que aquí Enrique [Urbizu] suple con su talento".

En la rueda de prensa previa al estreno, el actor -que ya ha formado un exitoso tándem con Urbizu en La Caja 507 y en La vida mancha- señaló sobre su papel, un policía autodestructivo que se ve implicado en un triple asesinato, que es "un bombón para cualquier actor. Enrique esperó a que hiciera 25 años de carrera para este regalazo, un personaje complejo que habla con la mirada y los silencios, que borracho y cargándose a tres tiene que conseguir la empatía del espectador para que le acompañe. Enrique contó conmigo desde el principio del proyecto y llevaba cuatro años cargándome del personaje y deseando tener ya la luz verde para sacar la bestia a la calle".

La película, una de las grandes favoritas en San Sebastián, ha recibido el elogio unánime de la crítica y su director confesó estar, junto a su equipo, "muy halagados desde que se presentó la película, satisfechos y un poco abrumados". Respecto a posibles premios, indicó que "nos hemos conjurado para no esperar nada, vamos a seguir siendo felices y no morir de un ataque de nervios, el jurado tomará sus decisiones y las aceptaremos encantados. Todo lo que venga va a ser estupendo, y si no viene nada, pues estaremos como estamos ahora, encantados". Urbizu, que ha tardado ocho años en sacar adelante su último proyecto desde La vida mancha, señaló que el tiempo de espera "no ha sido voluntario, pero esto es una carrera de fondo. Yo estaría rodando sin parar porque cuando esperas tanto tiempo la película se carga y acaba siendo un espejismo, pero la peli es sobre el azar y el azar influye en nuestras carreras, por eso intento mantener las ganas y la fe, no hay que quemarse si no ruedas en 8 años, no pasa nada".

No habrá paz para los malvados es la primera película que tiene de fondo los atentados del 11-M, un tema "delicado porque yo no quería hacer una peli del 11-M, pero sí una que planeara sobre cómo es posible que suceda el 11-M. La ficción permite libertad pero tocamos temas muy delicados sobre el terrorismo islamista y eso lo hemos hecho con respeto, hemos sido muy escrupulosos con la documentación y todas las investigaciones de la policía judicial. Nos costó mucho más construir ese primer tratamiento para que encajaran las piezas que luego escribir el guión, que fue casi un placer".

Respecto al rodaje en Alicante, Urbizu lo recuerda "estupendo", además de considerar Ciudad de la Luz "una instalación prodigiosa para rodar, muy bien pensada para trabajar" e incidir en que "salir de casa y alejarte de tu entorno te permite sumergirte al cien por cien en la peli, el equipo convive y eso se nota".

Tras bromear sobre futuras secuelas de las andanzas de juventud del detective Santos Trinidad que interpreta Coronado, Urbizu declaró que siempre "es una gozada" trabajar con el actor madrileño: "Ya lo es y ya ha demostrado que es una bestia. Aquí ha hecho un trabajo corporal, integral, muy mudo, de pocas palabras y creo que ya está con los grandes".

Respecto a la actriz y cantante Helena Miquel, que hace de juez como contrapunto a Coronado, indicó que ha sido "la frescura femenina de la función". El director la eligió tras debutar en El idioma imposible y la actriz apuntó que para ella su papel fue "un reto" y "estar aquí una sorpresa", tras indicar que afrontó su papel con "muchas ganas y más intuición".

Escrivá no habla de Ciudad de la Luz

El nuevo director general de Ciudad de la Luz, José Antonio Escrivá, apareció ayer en su primer acto público para recibir al equipo de No habrá paz para los malvados pero evitó referirse al futuro del complejo cinematográfico pese a que planea sobre él una posible privatización. Escrivá aplazó sus declaraciones a un próximo encuentro con los periodistas, además de dirigir la rueda de prensa, que dio por concluida a la quinta pregunta. Eso sí, se le vio a partir un piñón con los responsables de Aguamarga, la empresa que explota los estudios y con la que Ciudad de la Luz mantiene un conflicto judicial tras exigir su marcha de las instalaciones por estimar que había incurrido en graves incumplimientos del contrato. La presencia de directivos de Aguamarga en Ciudad de la Luz muestra que las negociaciones por solucionar el litigio ya han comenzado. Escrivá dijo que el de ayer era "un día muy feliz" por recibir al equipo de la película, cuyo rodaje "ha generado empleos en la Comunidad y llevará el nombre de Ciudad de la Luz muy lejos". El productor de la película, Gonzalo Salazar, destacó "lo importante que es para España tener algo como Ciudad de la Luz".