Hace unos meses, Russian Red, la cantante más "moderna" del país, decía alto y claro que se consideraba más conservadora que progresista. Fue noticia. Pero el escenario que dibujan los expertos cuando se cumplen casi cuatro años del estallido de la crisis convierte el conservadurismo en la más actual de todas las tendencias.

La tensión internacional de los mercados, la falta de respuestas políticas y la sensación generalizada de que la única certeza es la incertidumbre conduce a los especialistas en psicología, psiquiatría, sociología y antropología a dibujar una sociedad muy parecida a la de épocas que creíamos olvidadas. "Ya ocurrió algo parecido con el crack de 1929". Es una frase repetida por Julio Seoane, catedrático de Psicología Social de la Universidad de Valencia, y por José María Tortosa, catedrático de Sociología de la Universidad de Alicante y director del Instituto Universitario de Desarrollo Social y Paz. Mientras los índices de depresiones, trastornos nerviosos, adicciones a alcohol y drogas dejan de llamar la atención en un clima de desesperanza generalizado, la sociedad de la crisis empieza a apuntalar su refugio con las herramientas clásicas: refugio en la familia, desconfianza, vuelta al apoyo del grupo, ahorro y prudencia extrema. "En épocas de inseguridad, se enciende la tradición", resume Seoane.

Este "clima de posguerra" sin devastación es inherente a toda crisis. "Cuando hay alegría económica, la sociedad es siempre más liberal y progresista. Quien no está a gusto en su trabajo puede permitirse cambiar, somos más abiertos y tolerantes y nos permitimos experimentar más en el ocio... Pero la inseguridad y el miedo produce un regreso al pensamiento conservador", sostiene el experto de la UV.

Por ello, ambos catedráticos describen "sin dramatizaciones" que se está avanzando hacia una mentalidad que prioriza lo próximo e ignora lo más alejado, aunque, como matiza el profesor de Antropología Política de la UMH Antonio Miguel Novés, traducir esta idea en que "se está yendo hacia la derecha política" sería errar el tiro. "Lo que se está produciendo es una vuelta generalizada a lo tradicional, pero entendido como un refugio en lo cercano, en lo próximo, en lo que nos es conocido y fiable. Lo que ha ocurrido no es consecuencia de si la bolsa baja más o menos; es una crisis de confianza generalizada", argumenta Novés. Cuando no confiamos en los vecinos, cerramos con llave.

Gris crisis

Pedro Iborra, psiquiatra del hospital de San Juan, considera que esta mentalidad que nos hace dedicar toda la atención a conservar lo que tenemos en vez de a conseguir más es contagiosa. "La gente ha asumido que ahora hay que realizar el doble de esfuerzo para conseguir la mitad que antes", apunta. Cuando ya son costumbre "las estampidas hacia las consultas de psiquiatría" y los ingresos por urgencias de personas, en principio enajenadas, "que cuando escarbas ves que su problema es que debe cuatro meses de hipoteca", se gesta la mentalidad de crisis . "Ya está creada. ¿De qué se habla en los bares? El clima es de agotamiento, desesperanza y de no poder más. La sociedad está más desmotivada y ha perdido iniciativa", recuerda Iborra.

La necesidad de una nueva estrategia surge cuando se comprueba el fracaso de la anterior y las consecuencias que ha tenido haber confiado en el sistema fallido. El aumento de las depresiones, trastornos del sueño y crisis de ansiedad tienen gran parte de la culpa de que en los últimos cinco años haya aumentado el consumo de ansiolíticos y antidepresivos en un 36%, según datos del Colegio de Farmacéuticos de Alicante. Los consumidores son, en muchas ocasiones y en opinión de Iborra, "cabezas de familia jóvenes en paro o con deudas, con niños e hipotecas, que no pueden asumir el cambio de situación y terminan desarrollando una sintomatología depresiva".

La desgracia de unos contagia el miedo a los demás a repetir sus errores. "Una crisis que no provocamos nosotros revela que el capital se difumina, que se viste y se enmascara. Los mercados, las agencias de calificación, los bancos extranjeros... todo eso despersonaliza y tendemos a huir de ese modelo y buscar un referente más cercano", apunta el experto de la UMH. El resto de la especie busca nuevos mecanismos que le permitan sobrevivir. "La retirada de fondos de la CAM de estos últimos días puede ser un ejemplo de esa desconfianza en el sistema bancario", explica el antropólogo. Y entonces surge el caparazón para aliviar el miedo.

Primeras señales

En Alicante y en la Comunidad, los datos aún son señales débiles, pero refuerzan algunos rasgos comunes entre la mentalidad de crisis actual y la del crack de 1929. Tortosa recuerda que en estas situaciones se da el caldo de cultivo perfecto para que crezca el apoyo al nacionalismo político. Seoane estima además que es buen momento para que la trascendencia se confunda con dogmatismo a nivel religioso.

Entre los datos que refuerzan que el foco se ha cambiado hacia lo inmediato, se encuentra el incremento de voluntarios, donaciones y socios que experimentan desde hace cuatro años entidades de solidaridad que trabajan a nivel local, como Cáritas y Cruz Roja. La obra social de la Iglesia presume de haber ganado "un 20% más en personal desde que llegó la crisis" y de tener un total de 1.200 voluntarios en toda la provincia, en palabras de su presidente provincial, Jaime Valcaneras. Además, el párroco de la Concatedral de San Nicolás, Ramón Egío, afirma que la recaudación para sus proyectos ha crecido un 40%. Cruz Roja Alicante también ha aumentado un 30% su número de socios desde 2006 y en un 41% sus voluntarios, sumando más de 6.800 en toda la provincia. Cabría pensar que se trata de una tendencia general en todas las ONG. Contrasta sin embargo que Intermón Oxfam Alicante, más orientada en proyectos internacionales, "mantiene los mismos niveles que antes", según su coordinadora en Alicante Ángeles Romero.

No es casualidad en este contexto el histórico ascenso del nacionalismo en las últimas elecciones. Mireia Mollá, diputada por Alicante de Compromís en Las Cortes, reconoce que "el auge que hemos experimentado" tiene mucho que ver con que "en tiempos de crisis se busca más a partidos próximos en lengua y territorio". "Hemos huido de las estructuras de los grandes partidos; nosotros somos de los pueblos y las ciudades y nuestra prioridad es hablar con la gente de a pie. La gente ha comprendido esto y el apoyo ha sido enorme, especialmente de la gente joven", explica la joven política.

Que el mayor éxito de los nacionalistas moderados de la Comunidad se haya producido precisamente este año no es casual. De hecho, Tortosa identifica "el triunfo de Bildu y Ciu y el PP" con un resurgimiento de ideologías que barren para casa, "incluido el creciente españolismo". Y como ocurre, en palabras del catedrático alicantino, en estos contextos "la frustración y la inseguridad necesitan un chivo expiatorio": el castigo al presidente del Gobierno ha respondido a esta necesidad clásica de la sociedad enfurecida.

Como comenta Novés, el regreso de lo tradicional salpica a todas las líneas de pensamiento, y hasta las menos sospechosas de ser de derechas se contagian de la desconfianza y de la búsqueda del calor grupal: "El 15-M es también un regreso a lo más próximo que existe en gestión política, el sistema asambleario. La gente desconfía de la representación de un tercero y prefiere decidir por sí misma", apunta el antropólogo de la UMH. "En este tipo de situaciones, la gente se refugia en casa, tiende a reagruparse en grupos donde se sienten seguros", añade Seoane.

La fe representa también uno de los asideros que siempre gana o recupera adeptos en tiempos de crisis. Para el párroco de la concatedral, "no es masivo pero ya es perceptible el número de personas que han regresado a la Iglesia buscando no una solución mágica a sus problemas, sino un apoyo y una esperanza más para seguir luchando", opina Egío. El sacerdote destaca que muchos de los que regresan a la fe en estas circunstancias "lo hacen por su situación personal o la de alguien muy allegado que lo está pasando mal". Ante la poca solidez de los referentes externos, volvemos a casa.