"Somos gente que nos gusta lo que hacemos. Si no, habríamos cerrado hace tiempo", aseguraba en noviembre de 2008 Carlos Rodríguez, propietario y fundador del Jazzboree, en un tono que ya por aquellas fechas sonaba intrépido. La incipiente crisis se había llevado por delante al Directo, al Desdén Jazz y dejaba en cuadro la escena musical alicantina.

La actitud de aguantar lo que tuviera que llegar de los pocos escenarios de directo que quedaban era comparable a la de un colono que se niega a abandonar sus tierras aún oyendo los tambores de guerra. Pero hoy, aquella declaración de Rodríguez se confirma como una sentencia dictada con antelación.

Tres años después, al propietario del Jazzboree se le ha agotado la pasión, la paciencia y la fe en poder mantener el local en el que invirtió todas sus ilusiones en 1988. La noche de este domingo sonará la última canción en el mítico Jazzboree.

"Esto no levanta cabeza, no hay forma de mantenerlo abierto, papi. Para estar así, mejor lo cierro", aseguraba ayer nostálgico Carlos con el deje de su Colombia natal. Esta noche, el Jazzboree inicia su recta final de conciertos de despedida, con una jam a cargo de los músicos de las habituales sesiones de improvisación del pub. Mañana, el trio de Fabio Miano se despide de la singular grada de pizarra del local, mientras que el sábado le tocará a los ya consolidados La Chiado decir adiós a uno de los primeros locales que les abrió las puertas. La noche del domingo, el grupo de Cantautores de La Explanada pondrá el punto y final a los 22 años de historia del Jazzboree.

Cambios y reaperturas

El garito no siempre se ha llamado así. De hecho, apenas le ha dado tiempo a afianzar esta última denominación entre su parroquia desde que un asunto judicial obligara a Carlos a renunciar al nombre original de Jamboree. El propietario relató en estas mismas páginas que bautizó así su local a sugerencia de Jordi Suñol, gurú del jazz en España durante los 80 y uno de sus introductores más conocidos.

La propuesta de música jazz, blues, soul y rock del Jamboree cuajó entre los alicantinos en las inquietas postrimerías de los 80 y se mantuvo como uno de los locales más carismáticos del centro hasta principios de la pasada década. En 2004 reabrió con la intención de mantener la propuesta musical de siempre, compuesta por artistas de renombre y lo mejor de la escena local, y combinarla con una oferta gastronómica de calidad.

Ahora, cuando se le pregunta a Rodríguez por las razones que han minado su moral de insurrecto responde con un socorrido "son malos tiempos para la lírica". La dificultad para mantener una programación constante y de calidad con los escasos ingresos que generan los conciertos se ha revelado insostenible. Pero el propietario de este local vecino de la Concatedral de San Nicolás y bendecido por artistas como Eddy Shaw, Larry Martin o Carmen McRae, no oculta que esperaba algo más de apoyo por parte de la clientela que hizo que la crisis del 93 pasara de largo por su puerta. "En esta ciudad está muy claro el interés que hay por la cultura y por la música. Lo que quiere la gente son pantallas gigantes para ver el fútbol con cañas a un euro", lamenta Rodríguez.

Durante los próximos cinco años, el local estará alquilado a otro hostelero. "Me voy a tomar un año sabático y luego ya veremos si monto otra cosa, pero desde luego no será aquí. En Teulada o Moraira sí hay público para esto, pero Alicante es un desierto cultural", afirma Rodríguez, consciente de que deja a la ciudad casi huérfana de música en directo.