Los restos de un oratorio rupestre descubiertos el pasado mes de octubre con motivo de las obras del colegio San Roque, en el casco antiguo de la ciudad, que confirman la presencia de un asentamiento cristiano importante en esta zona antes de la ocupación árabe, se reflejan ahora con todo detalle en el libro San Roque y las laderas del Benacantil como origen de la población urbana de Alicante, que se presenta hoy, a las 20.30 horas, en el Centro Municipal de las Artes.

Elaborado por el arqueólogo municipal Pablo Rosser y los historiadores Juan Antonio Barrio y José María Galán Boluda, el documento trata tres aspectos de la historia del barrio de San Roque como origen de la ciudad de Alicante, desde su antigüedad, que elabora Pablo Rosser con los últimos hallazgos, la visión de Alicante en la Edad Media que ofrece Barrio y la propuesta didáctica de difusión del patrimonio de Galán.

El descubrimiento del oratorio de la época tardoantigua (comprendida entre los siglos IV a VIII después de Cristo) corrobora la presencia de espacios arquitectónicos de gran importancia en esa etapa histórica y viene a significar "un eslabón entre la época romana y la época musulmana de Alicante", apunta Pablo Rosser. La pequeña capilla -que contenía una bancada, un pequeño altar y siete hornacinas excavadas- revela que "en las laderas del Benacantil debió de existir un importante complejo religioso cristiano que se establecía en cuevas o en eremitorios. Donde hoy vemos un espacio urbanizado, un barrio con calles en San Roque y Villavieja, en la época tardoantigua era una ladera escarpada de difícil acceso utilizada para hacer un complejo religioso en cuevas", explica Rosser.

Estos no son los únicos restos tardoantiguos hallados en el casco urbano de Alicante. También se localizó una necrópolis en el Archivo Municipal y otra en el parque de la Ereta que, junto al último hallazgo, "corroboran la existencia de un asentamiento cristiano importante", compatible con la atalaya defensiva que había en la cima del Benacantil. Rosser agrega que tras la desaparición de Lucentum como ciudad romana en el S. III d. C., la población se dispersóa en distintas zonas hasta que se vuelve a concentrar de nuevo como espacio urbano con los árabes en el S.XI.

El oratorio dispone de una estructura arquitectónica rupestre sin grandes ornamentos por lo que es difícil fijar una fecha concreta, pero sí se avanza una horquilla desde el siglo V al VIII/IX d. C., poco antes de la llegada musulmana. Con esta capilla se completa asimismo una red de asentamientos religiosos que sitúan Alicante en la época tardoantigua, junto al cementerio con más de mil tumbas en el Tossal de Les Basses, y otros restos religiosos de época cristiana hallados en Zonas como Benalúa o Fontcalent.

Una inscripción realizada en 1856

En las tareas de desmontaje y limpieza del órgano, Andrés Tafalla ha encontrado algunas inscripciones hasta ahora desconocidas. La más antigua, de 1856. Lo normal es que los autores de las reparaciones o intervenciones en el instrumento, dejaran su particular huella con una marca de la fecha en la que se realizaba. Así, aparece también una de Juan Frutos, que fue organista de la concatedral, de 1948, y otra de Juan Rogel, que era quien se encargaba de mantener el órgano, del 20 de enero de 1952. Además, se puede ver en las maderas de la estructura del instrumento, firmas de Ernesto Pérez (1908), Paquito P. Flores (1920) y César de la Fuente (1927), entre otros.