Comparten una misma apuesta que le augura un espléndido futuro al aceite de nuestras comarcas. Señorío de Jaime Rosell y Señoríos de Relleu tienen nombres similares y motivaciones empresariales o tradiciones familiares muy diferentes.

Manuel Sala es un empresario de Benejúzar cuyo apego al terreno venía de los negocios urbanísticos y el estallido de la burbuja inmobiliaria le sorprendió a punto de desarrollar un Plan Parcial de unas 10 hectáreas. La crisis desaconsejaba su puesta en marcha y la primera idea fue la de plantar naranjos como los que Sala ya cultivaba en alguna finca familiar. Pero alguien le sugirió una alternativa agrícola con más proyección: el olivar. Y plantó 15 mil olivos de arbequina, la variedad catalana que triunfa con sus aceites tan nobles como comprensibles, hasta para clientes tan poco entendidos como el ruso. Sus olivares de Pinohermoso, Lo Rubes y La Zarzuela están plantados en marciales hileras que permiten la recolección mecánica, pensando en producir un fruto de calidad para venderlo a buen precio, pero un asesoramiento técnico adecuado le impulsó a elaborar su propio aceite con las máximas aspiraciones empezando por la recolección manual. Lo que no encontró fue una almazara idónea: las de la comarca, ni siquiera le aseguraban que el aceite que le iban a suministrar procediera de sus propias olivas y optó por construir la suya propia. De ella salió, tras la cosecha de 2010, el Señorío de Jaime Rosell Maximum, frutado y dulzón. Está a punto de lanzar el Summum para paladares más avezados: para entendernos, el Maximum se vende en el supermercado de El Corte Inglés y el Summum va dirigido al Club del Gourmet.

Lo de Hugo Quintanilla, de los Quintanilla de toda la vida, es otra historia. Tras formarse como ingeniero agrónomo, emprendió su aventura empresarial desde la masía El Teuladí, propiedad de su familia. Entre esa finca y la del Foncar, la explotación agrícola suma 90 hectáreas de olivar. Cuando Quintanilla se hizo cargo 10 años atrás, estaban dedicadas al almendro, el cultivo hegemónico en Relleu, con parcelas plantadas de viejos olivos de variedades autóctonas. Para un profesional joven e inquieto, el cultivo del olivo y la consiguiente elaboración de aceite abría un campo más atractivo que la producción y venta de almendras. Así que arrancó los almendros y plantó olivos. Entre los centenarios y los de nueva plantación, hay manzanilla villalonga, blanqueta, changlot real, alfafara, genovesa, picual y arbequina. La variedad de moda representa un 70 por cien del total y le aporta los rasgos más destacados al Señoríos de Relleu que se comercializó tras la cosecha de 2010: elegante y auténtico, aromático y equilibrado, frutal con notas herbáceas, sedoso, con atinados toques amargos y picantes. Junto a un hermoso olivar abancalado en empinadas laderas está la almazara que se reivindica como aceite "de pago", donde la proximidad entre la plantación y el molino permite mantener el fruto -cosechado a mano- en perfecto estado y donde la autenticidad más arraigada convive con el saber oleícola más actual.