El cortometraje, El grifo, del realizador barcelonés Denis Rovira van Boekholt, se alzó anoche con el Premio Caja Mediterráneo al mejor trabajo de la XXXIV del Festival Internacional de Cine Independiente de Elche.

La cinta, rodada en 35 milímetros, relata la historia de un anciano (papel interpretado por Celso Bugallo) que vive junto a su yerno, su hija y unos nietos a los que cree estorbar. La familia se escapa de puente dejando al abuelo solo, en un el chalet de diseño. Un espacio que no comprende, pese a estar dentro de él. La relación entre el viejo y la vivienda de lujo cristaliza en una escena, patética y triste, que transcurre en un escenario desolador e inhóspito para el protagonista, desorientado por una realidad que le supera.

La gala de anoche, conducida por el actor Pepe Viyuela y la ilicitana Elisa Lledó, también acogió un emotivo homenaje a la incombustible y eterna Sara Montiel, a quien se le entregó la Palmera de Plata. La actriz y cantante manchega declaró que "en Elche me siento como en casa. Me encanta esta ciudad, llevo viniendo muchos años y tengo aquí grandes amigos", señaló la intérprete de El último cuplé; que se mostró entusiasmada "con venir de nuevo a Elche, y más si es para recibir un homenaje y formar parte de este festival, porque soy una enamorada, una loca del cine", afirmó.

La artista manifestó que ya no le interesa participar en el rodaje de largometrajes porque en la actualidad se dedica a cantar, un arte con el que, según afirmó, se siente "más identificada".

Montiel, que en septiembre estrenará el espectáculo musical Sara Divina, recordó que en sus años jóvenes "me ofrecían muchos rodajes por grandes cantidades de dinero, pero nunca me interesó trabajar en ese tipo de cine, en el que sólo se daba importancia al desnudo de la mujer", señaló, tras calificarlo de "muy malo".

El galardón al mejor corto de ficción recayó en La gran carrera, del vasco Kote Camacho, al mejor corto de ficción, un trabajo que recrea la carrera de caballos que tuvo lugar en el hipódromo de Lasarte (Guipúzcoa), en el año 1914. El potro ganador obtendrá un premio nunca visto en la historia.

Aurelia, de la madrileña Milena Martínez, obtuvo el galardón al mejor documental, con una divertida historia sobre la emigración; el premio a la mejor película de animación fue para Dasy Cutter, de los vascos Enrique García y Rubén Salazar; el galardón del público, recayó sobre Nadie tiene la culpa, del madrileño Estaban Crespo. Por último, el corto Mirada perdida, de David Pareja, se hizo con el premio Camon.

Así se resolvió una muestra en la que la mirada lánguida de la cupletera María Luján, abrió la veda el pasado lunes, y tras ella entró el séptimo arte en tromba, como un torrente imposible de contener. Durante siete días, han fluido, con fuerza y continuidad, litros y litros de un cine que ha terminado por inundar la ciudad de pasión, talento y arte; a través de una muestra que, por durante 34 años consecutivos, ha convertido al cine, por una semana, en el hilo conductor de esta ciudad.