Los Premios Jaime I de 2011 se dieron a conocer ayer y han reconocido la lucha contra la infertilidad, el uso de nanopartículas para tratar enfermedades, la utilización de energía solar para la descontaminación de aguas, el desarrollo de métodos para la predicción macroeconómica y el desarrollo de la corteza cerebral. Precisamente, por este último cometido se ha premiado a Óscar Marín, investigador del Instituto de Neurociencias y, desde hace años, una de las promesas ya confirmadas de la ciencia de nuestro país. Marín, desde Boston, donde recibió la noticia, reivindicaba ayer menos trabas administrativas y un apoyo económico sostenido en el tiempo para la ciencia en España.

¿Cómo acoge este reconocimiento?

Con mucha ilusión. Es un premio muy importante y sirve, como casi todos los premios, para dar un impulso emocional a nuestro trabajo. Siempre viene bien que reconozcan a uno su labor y llega en un momento bueno, importante.

¿Cómo podemos entender en qué trabaja su equipo?

Intentamos saber cómo se forma nuestro cerebro, durante el desarrollo embrionario, en el vientre de nuestra madre. En particular estudiamos cómo se forma nuestro cerebro y, en concreto, nuestra corteza cerebral, que es lo que nos distingue como seres humanos. Y ese interés en entender cómo se desarrolla la corteza cerebral no sólo es por puro conocimiento, sino porque sabemos que cuando se desarrolla mal se genera, por ejemplo, la esquizofrenia o el autismo, y ése es el principal motivo, conocer que es lo que va mal para que se den estos desórdenes.

¿Le han tentado para irse fuera de España?

Existe esa presión y ocurre cuando estás en el mercado, pero es más una cuestión de priorizar la cosas. No hay ningún sitio ideal, pero es cierto que hay otros países donde hacer ciencia es más sencillo, como en Estados Unidos. Desespera un poco de nuestro país que no se haga más fácil la vida a los científicos con las cosas buenas que tenemos, que nuestro trabajo estuviera libre de trabas burocráticas y menos dependiente de vaivenes económicos. Hay que entender que la ciencia genera riqueza a medio plazo.

¿Cuál es el problema de España en este sentido? ¿No es suficiente la nueva Ley de Ciencia?

Me da la sensación de que en España hay dos problemas: uno es mantener la financiación. Habitualmente nos movemos en picos y valles, y hemos subido mucho para estar ahora en un periodo de estancamiento y de recortes muy importantes. La ciencia se beneficiaría de unos presupuestos a largo plazo, con vistas a entre 7 y 10 años, debería crecer de forma estable. El otro problema, incluso más importante, es que deberíamos reorganizar la manera de financiar la ciencia. Los centros investigadores tenemos una financiación pasada de moda. En cuanto a la nueva Ley de Ciencia, creo que el Gobierno ha sido poco ambicioso, y aunque tiene cosas positivas, ha supuesto una pequeña decepción. Las intenciones son buenas, pero se ha quedado a medio camino y tenemos que hacer cambios.

¿Teme una reedición de fuga de cerebros?

Más que fuga de cerebros veo que va a haber una generación que no vuelva a casa. Ya está ocurriendo que no hay los recursos suficientes en España para contratar a jóvenes investigadores, por lo que vamos a perder una generación. Hace unos años se contrataron a casi 300 investigadores por año, y de eso hemos pasado a contratar a casi ninguno. Estos vaivenes hacen que el sistema sufra mucho y al no tener recursos hace que los científicos españoles se queden donde haya trabajo.