Victorino Luján acudió a presenciar un espectáculo de clown en su Argentina natal sin saber que él se convertiría en el centro de atención. Uno de los cazatalentos del Circo del Sol quedó impresionado por los 208 centímetros que componen una figura espectacular. El ojeador de la compañía se puso en contacto con él y poco después le grabó en un vídeo que envió a Canadá. Tras pasar por el pertinente periodo de formación en Montreal ahora gira por el mundo con Corteo, donde da vida al payaso gigante que acompaña al protagonista de la función. El personaje de Luján es un cantante de ópera frustrado que sueña con ser un gran arista de fama internacional.

¿Qué rutina llevan a cabo en el Circo del Sol?

Seguimos un programa de pruebas y entrenamientos. Y luego están las funciones, que suelen ser unas diez por semana.

Con tanto trabajo, ¿es divertido formar parte de Corteo?

Cada uno tiene que buscar su rutina, su entusiasmo. Digamos que este trabajo es placentero. Yo formo parte de la compañía desde 2005.

Después del enorme sacrificio, ¿qué es lo más satisfactorio?

Recibir la respuesta espontánea del público es lo mejor tras tantas horas de sacrificio.

¿De dónde le viene a usted el interés por el mundo de la actuación?

Supongo que será herencia genética de mi madre, una cantante lírica de Buenos Aires. Desde niño me inculcó esta pasión.

¿Qué le llevó a terminar formando parte del Circo del Sol?

Me reclutaron en Buenos Aires tras un espectáculo. Se me acercó alguien y me dijo si sabía qué era el Circo del Sol. Me tuvo un par de horas improvisando y enviaron el material a Montreal.

¿Cómo siguió su historia?

Me convocaron para un casting y no me volvieron a llamar hasta cuatro años después para incorporarme a un nuevo espectáculo.

¿Qué supuso para usted ingresar en la compañía?

Un gran cambio en mi vida. No estaba atravesando por un buen momento laboral, así que no dudé en aceptar la oferta.

Corteo ha girado por medio mundo, ¿las diferencias entre el público que les recibe en unos países y otros es grande?

Sí, se siente mucho. El público español y latino es exigente, pero también más ávido, se involucra mucho en las actuaciones. Eso es un estímulo para todos nosotros. Con quien más diferencia se nota es con el público asiático, que guarda sus emociones hasta el final del espectáculo.

¿Cómo convencería a la gente de Alicante para que acuda a ver Corteo este verano?

Diciendo que esta obra es un canto a la diversidad de la raza humana y por extensión, a la celebración de la vida. La armonía que logramos entre todos los artistas es realmente bella.