Manzanares es el torero de moda. Vive el momento más intenso y triunfal de su carrera como matador de toros desde aquel 24 de junio de 2003 en que tomara apoteósica alternativa en Alicante. Aquella coletilla de "hijo", por recordar la ascendencia e importancia de su progenitor, ahora ya no hace falta, ya que se está forjando una historia personal más que contundente. Abrir en menos de un mes la Puerta del Príncipe sevillana y la Puerta Grande de Las Ventas es un hito al alcance de muy pocos que coloca en la cúspide a quien es capaz de conseguirlo.

Sin embargo, estos ocho años de matador han estado jalonados por una serie de circunstancias que han dificultado en varias ocasiones la evolución del joven diestro. Se fue a conquistar las Américas en el invierno de 2006, logrando grandes éxitos principalmente en el gran embudo de Insurgentes de la capital mexicana, y a lo largo de 2007 anduvo aperreado con bajadas de azúcar y problemas físicos que le dejaban prácticamente sin fuerzas ante la cara del toro. Incluso en Alicante recibió su única cornada grave hasta el momento, consecuencia de esos problemas que finalmente resultaron deberse al "dengue", enfermedad que se había traído desde allende los mares. Cuando la normalidad parecía haber vuelto, una infección le alejó otra vez de los ruedos una tarde de septiembre de 2008 en Murcia. Su primera temporada completa fue 2009, pero 2010 volvió con problemas físicos, esta vez una hernia lumbar que le apartó más de un mes de la primera línea, perdiéndose su doble anuncio en San Isidro.

Lo peor, sin embargo, estaba por llegar. El 8 de septiembre del pasado año, cuando preparaba a su primer toro para estoquearlo, se seccionó con el estoque los tendones del dedo pulgar de la mano izquierda, y a partir de ahí llegó un auténtico calvario de más de diez operaciones para recuperar la fuerza y sensibilidad en la mano que dicen "de la verdad". A finales de año se ciñó sobre el torero la posibilidad de no recuperarse y, por tanto, poder decir adiós a la profesión. Afortunadamente, volvió en febrero.

Este 2011 comenzó bien en Castellón y Valencia, aunque sin romper. Le esperaba Sevilla, donde venía triunfando desde 2006. Ya se ha contado hasta la saciedad el milagro de las cuatro orejas y la Puerta del Príncipe del 30 de abril, con el indulto de "Arrojado", de Núñez del Cuvillo. Anteayer, con un hermano de hierro, cortó dos orejas en Madrid por una estocada antológica en la suerte de recibir tras una fea voltereta.

Su toreo ha evolucionado hacia una mayor naturalidad. Unos engaños menos pesados y los toques con las telas cada vez más imperceptibles, unido a la fuerte personalidad y especial elegancia que tiene de manera natural, han desembocado en un artista de gran altura. Además, es la mejor espada del momento, y se permite el lujo de improvisar graciosamente y recuperar suertes con los aceros.

Su proyección no queda en el mundo taurino. Se deja querer por revistas de moda y actualidad, es un "twittero" empedernido, su boda fue un acontecimiento social en toda regla y se rumorea que puede estar esperando su primer hijo. Además, no se cumplieron los malos augurios del torero y el matrimonio, pues ahora se encuentra en su mejor momento, el más dulce, el que ha puesto el nombre de Alicante en el orbe taurino.

Hoy vuelve a Las Ventas con toros de Juan Pedro Domecq, con Castella y Talavante, el otro gran triunfador. Y el 24 de junio, junto a Morante y El Juli, abrirá el cartel de la Feria de San Juan de León, con toros de Jandilla, motivo por el que no estará el día grande de la Feria de Hogueras en Alicante.