Lo imprevisible siempre ha sido parte de su universo, pero con La piel que habito Pedro Almodóvar da un salto mortal en su trayectoria hacia un cine sobrio y oscuro que le posiciona para la tan ansiada Palma de Oro en Cannes. "El cuerpo me pedía riesgo y es un lujo que me he dado", reconoció ayer durante la presentación de la película en el festival francés. El realizador manchego sorprendió a un público dividido entre la fascinación de una obra maestra escarpada y el estupor ante un thriller oscuro que renuncia a uno de los signos de identidad de su autor, la pasión, para centrarse en la venganza.

Almodóvar, siempre con varios proyectos en mente, tenía fijación por esta historia que ha cobrado vida diez años después de que el realizador manchego leyera Tarántula, la novela de Thierry Jonquet en la que se basa.

"Veía el vértigo en cara de todas las personas que forman mi staff al leer el guion, pero a mí me gustaba mucho y quería hacer esta película. Hasta ahora me he llevado por mi instinto y aquí estoy", explicó. El "aquí" es Cannes, festival al que acude por cuarta vez en competición -La mala educación abrió el certamen fuera de concurso- y donde intentará por fin llevarse el máximo premio del festival con la decimoctava película de su filmografía.

Compleja, rocambolesca y turbadora, con los innumerables giros de su esquinado guion se va desvelando la profundidad de esos personajes que mudan, literal y figuradamente, sus propias pieles. El realizador de lo femenino se pasa al experimento transgénico que realiza un violento cirujano plástico, interpretado por Antonio Banderas, quien le acompañó ayer, para vengar la muerte de su hija.

"Hay un personaje que intenta manipularla y consigue manipular todo lo externo del ser. Sin embargo, no llega a cambiar su identidad", manifestó un insobornable Almodóvar, cuya esencia desde la comedia gamberra al melodrama intenso y ahora el thriller, sigue presidiendo sus películas.

La piel que habito es "una piel nueva, artificial, de un nuevo cultivo" que viste y encierra a Elena Anaya y que sirve a Almodóvar para crear un discurso sobre los peligrosos caminos de la ciencia y el poder salvador del arte. La actriz repite con Almodóvar tras Hable con ella y explicó lo interesante que ha sido "poder construir un personaje desde el interior hasta la superficie, con muchas capas, con muchos recovecos. Es un papel que tiene una acción constante bajo su aparente inactividad. Espera pacientemente una mínima rendija para que llegue su liberación", reconoció.

Pero como ya hiciera en Átame, los roles de poder, el juego erótico y dramático es sumamente ambivalente dentro de una trama moralmente muy compleja y que no llegará a los cines hasta septiembre. "Los hechos humanos son muy contradictorios y lo que algo ha sido una barbaridad en un momento puede convertirse en un milagro 20 años después. Todo depende del momento y está bien plantearse que nada es inamovible ni intocable", explicó un cineasta que ya en Hable con ella hizo equilibrismos con conceptos tan paradójicos como romanticismo y violación.