La española Lucía Pérez, que vivirá mañana una de las grandes noches de su vida con su actuación en la final del festival de Eurovisión, mantiene altas las expectativas y se ha mostrado segura de que, pese al penúltimo lugar que le vaticinan las apuestas, hará "un buen papel".

Tras su primer ensayo desde el pasado domingo en el escenario desplegado en el Düsseldorf Arena de esta ciudad alemana, la delegación española ha informado de que trabaja en la mejora del grafismo que acompañará a la cantante, así como en el sonido, que hoy no la ha convencido del todo.

"Los últimos ensayos nunca salen todo lo bien que nos gustaría, pero estoy seguro de que por la noche todo saldrá perfecto", ha dicho al respecto esta misma tarde.

Sobre las últimas informaciones que cruzan datos de distintas páginas de apuestas de internet, en las que le auguran uno de los últimos puestos, Pérez ha dicho que se encuentra "bastante al margen de cualquier comentario de clasificaciones".

"Además, muchas no aciertan", ha apuntado la gallega, quien ha añadido que "lo importante no es dónde quedamos, sino la imagen que podamos dar, en este caso, de España, y queremos que la gente se quede contenta".

Pérez, que ha agradecido el apoyo de los "eurofans" (nombre que reciben los seguidores más implicados del festival), ha querido mantener con estas palabras el mensaje positivo de su canción, "Que me quiten lo bailao", compuesta por Rafael Artesero.

Pese a ello, la representante española no lo tiene fácil en uno de los años más reñidos de esta competición musical, a la que concurren los británicos Blue, una banda masculina consolidada en Europa y recordada, entre otras cosas, por su colaboración con Elton John en la balada "Sorry seems to be the hardest word".

También estará la ganadora del pasado año, la alemana Lena, quien presenta "Taken by a stranger", a priori un tema poco eurovisivo en su concepción, pero que crece en adeptos con cada escucha y que, además, dispone de la ventaja de jugar en casa.

En los últimos días suenan cada vez más fuertes la candidatura de Jedward, los hiperactivos y gamberros mellizos que representan a Irlanda, además de la que ha sido la gran favorita desde el principio, la propuesta lírica del francés Amaury Vassili.

A ellos se añade la romántica y edulcorada canción del dúo Ell/Nikki, de Azerbaiyán, un país petrolero que tantea seriamente desde el año pasado la posibilidad de organizar el festival y a los que podría favorecer su lugar de actuación, el número 19 de 25 países.

La primera parte de la clasificiación podría cerrarse con los guapos y dinámicos candidatos de Estonia, Rusia y Suecia, llamados respectivamente Getter Jaani, Alexei Vorobjov y Eric Saade, y por la húngara Kati Wolf, que con "What about my dreams?" firma un tema discotequero de los de manual de Eurovisión.

En una edición con participantes muy jóvenes, la mayoría surgido de concursos de talentos televisivos, destaca la madurez del bosnio Dino Merlin, muy conocido en el entorno de la antigua Yugoslavia.

También llama la atención la motivación de los islandeses "Sionni's Friends", un grupo de músicos reunidos para completar el último proyecto de su amigo Sionni, al que se refiere el nombre de la banda y que falleció a principios de año tras componer la canción e impulsar la candidatura.

Sea como fuere, nada está escrito. Bien lo saben la candidata noruega Stella Mwangi y la israelí Dana International, ganadora en 1998, que este año se han quedado a las puertas de la final pese a partir como dos de las grandes favoritas. Y es que, igual que "el fútbol es así", en Eurovisión "todo puede pasar".