Las celebraciones con motivo de la beatificación de Juan Pablo II concluyeron ayer con una misa en honor al nuevo beato, que se celebró en la Plaza de San Pedro de Roma y estuvo presidida por el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Tarcisio Bertone.

Al menos 250.000 personas veneraron el féretro de Juan Pablo II, colocado en el centro de la Basílica, desde que abrieron las puertas a las 13.20 horas del domingo y durante la madrugada del lunes. La Basílica se cerró a las 03.00 horas de la mañana para poder realizar las tareas de limpieza de la Plaza de San Pedro antes de que comenzara la misa de acción de gracias por la beatificación. Tras la misa, la Basílica se abrió desde las 14.00 horas y hasta las 18.30 horas para continuar con la veneración del féretro, que fue colocado el domingo por la mañana en el Altar de la Confesión de la Basílica.

Más de cien mil personas aguardan ayer en la plaza de San Pedro para entrar en la Basílica y venerar los restos mortales de Juan Pablo II. La policía italiana custodiaba todas las entradas a la plaza y revisó bolsos y mochilas de los miles de peregrinos que se unieron a los fieles que participaron en la misa de Acción de Gracias.

Una vez dentro de la plaza, muchos asistentes preguntan desconcertados dónde comenzaba la fila para rendir culto al nuevo beato, ya que la gran afluencia de gente no permitía diferenciar con claridad el recorrido de espera.

Unas 60.000 personas asistieron la misa en honor del beato. En la celebración participaron 10 cardenales, 50 obispos y 800 sacerdotes. La misa comenzó con una procesión de los cardenales, mientras se cantaba el himno del beato "Abrid las puertas a Cristo" inspirado en las primeras palabras que el Papa polaco pronunció al inicio del Pontificado, el 22 de octubre de 1978. Durante este año, se podrá celebrar una misa en honor del beato Juan Pablo II en cualquier diócesis del mundo, previa autorización por parte de la Santa Sede.

Sin embargo, en los años siguientes y hasta su canonización, tan sólo se podrá celebrar en la diócesis de Roma y de forma excepcional en las diócesis de Polonia, cada 22 de octubre, según el decreto emitido por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Para la canonización del ya beato Juan Pablo II tan sólo se necesita un nuevo milagro ocurrido después de la beatificación.

Peregrinos españoles que se congregaron ayer en la primera misa en honor al nuevo beato consideran que esta beatificación ha sido, entre otros adjetivos, "multitudinaria, emocionante e impresionante" y animaron a los jóvenes a aprender de "su entrega y esfuerzo en un mundo en que no se valoran".

Uuno de los asistentes a la misa de agradecimiento, Ignacio Bel, que se encontraba de pie en la Plaza de San Pedro siguiendo la eucaristía, destacó que los jóvenes españoles deberían tomar ejemplo del "sacrificio y esfuerzo" del Papa polaco en un mundo en el que, a su juicio, "estas cosas no se valoran demasiado".

Ignacio y su esposa, Carmen Lizarraga, procedentes de Madrid, no pudieron venerar el féretro debido a la interminable cola que se formó tras la celebración del domingo pero ayer confiaban en poder pasar a la Basílica, "haya que esperar lo que haya que esperar porque compensa". Además, indicaron que en el acto de beatificación sintieron "una profunda emoción y agradecimiento". "Es una persona santa que ha dedicado su vida a la Iglesia y a cada uno de nosotros y, por tanto, merecía todo nuestro esfuerzo para venir y estar acompañándole", señalaron.

El español José María Bermejo, que tuvo la suerte de colocarse en uno de los 40.000 asientos dispuestos por la organización para los actos de beatificación, relató que esta beatificación, a su juicio, es "la más multitudinaria de la historia", "un espectáculo de universalidad" así como "de importancia" para los españoles, ya que, según apuntó, "el Santo Padre tenía gran influencia sobre ellos, tanto creyentes como no creyentes". Aunque ni él ni sus seis familiares habían podido entrar aún a la Basílica para venerar el cuerpo de Juan Pablo II, esperaban poder hacerloayers antes de coger el avión.