Doctora en Ciencias Químicas por la Universidad Complutense, Pilar Goya dirige actualmente el Instituto de Química Médica del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Entre sus últimos trabajos, destaca el ensayo firmado junto a María Isabel Martín en torno a la asistencia al dolor y las nuevas posibilidades farmacológicas. Goya, que también es la discreta esposa de Alfredo Pérez Rubalcaba, participó en el Rectorado en el ciclo de conferencias organizado por la Universidad de Málaga con motivo del Año Internacional de la Química.

¿Existe margen de mejora en el tratamiento del dolor?

Sin duda quedan muchos aspectos por investigar, sobre todo, en el dolor que llamamos no resuelto, que está presente, por ejemplo, en algunas enfermedades crónicas. Actualmente se estudian nuevas dianas terapéuticas al margen de las ya conocidas. No hay que olvidar que la mayoría de los analgésicos se relacionan con la aspirina o con la morfina, que se emplean desde el siglo XIX. Por lo tanto hay mucho margen de mejora, pero no sólo ahí. También en la erradicación de los efectos secundarios.

¿Han detectado algún itinerario que pueda llevar a alumbrar nuevos fármacos en este sentido?

Se han localizado, como decía, dianas terapéuticas, lo que ocurre es que resulta muy difícil sacar un fármaco al mercado. El diseño de medicamentos se ha convertido en un área multidisciplinar y su éxito depende del trabajo de profesionales de muchas ramas.

¿A qué dificultades se refiere?

Me refiero a que existen numerosos productos por sintetizar. La química es ahora combinatoria y automatizada y muchas investigaciones tienen un millón de compuestos de partida. De ésos, quizá se discriminan la mayoría y se demuestran válidos 100.000, que a su vez deben probarse hasta obtener únicamente cuatro o cinco que son los que marcarán el estudio. Se trata de muchos compuestos y de muchas potencialidades y el proceso puede prolongarse entre 12 y 15 años. Muchos caen en la última fase porque se demuestra que no son tan eficaces o que tienen muchas contrapartidas o que son válidos para animales y para células aisladas pero no para todo el organismo.

¿Qué papel desempeña el azar y la llamada serendipia en todo este proceso?

Su papel sigue siendo muy importante, pero a mí me gusta pensar siempre en lo que decía Pasteur, que el azar sólo favorece a las mentes preparadas. Hacía falta, por ejemplo, ser Fleming para darse cuenta de los efectos del moho e inventar la penicilina. En cualquier caso, la serendipia sigue muy presente, a veces permitiendo descubrir efectos secundarios que reorientan la investigación hacia unos objetivos diferentes a los que se buscaban en primera instancia.

En las últimas décadas la química se ha despegado enormemente de la naturaleza. ¿Se puede hablar ya de una disciplina autorreferencial?

Yo no diría tanto. Actualmente se calcula que alrededor de un 50 por ciento de los fármacos proceden de productos naturales, si bien es cierto que hay muchos completamente sintéticos, sin equivalente en la naturaleza. El medio natural sigue siendo una gran fuente de inspiración y quedan muchos campos por explorar. Recientemente, sin ir más lejos, una empresa está comercializando fármacos a partir de productos de los fondos marinos. Es el caso del veneno de un tipo de molusco que se ha revelado útil como analgésico en su vertiente más dulcificada.

Dicen que la sociedad ha pasado de hipermedicalizarse a rechazar todo lo que no sea producto de herboristería...

Da la sensación de que es así. Hubo un periodo muy negativo de tendencia a la automedicación y ahora parece que ha surgido un poco de quimicofobia. Lo que ocurre es que existe mucha confusión entre los productos naturales y sintéticos. Debemos tener claro que lo que se consume es tóxico o positivo en función de su dosis y de su principio activo, no de su origen. Es absurdo eso de oponerse a la química, porque la química está en muchos artículos como la comida y la ropa y sin ella viviríamos mucho peor.

¿La respuesta al cáncer podría venir del laboratorio?

El cáncer es un tema muy complejo, aunque es verdad que cada vez se resuelven más tipos. Antes constituía una sentencia de muerte y ya hay muchos enfermos que la han superado. Eso se debe, en parte, a los fármacos, pero también a la cirugía y a otras disciplinas. Actualmente, existen muchas expectativas con la terapia ligada a la investigación genética, aunque muchos tipos de cáncer no dependen de un único gen y además quedan determinados por otras circunstancias como el tipo de vida.

Los expertos aseguran que la nanotecnología y la química serán la gran revolución del siglo...

Es innegable que la nanotecnología en campos como la medicina puede resultar extraordinariamente útil. Evidentemente, tendrá un gran protagonismo.