Hay quien se ha cruzado de brazos en casa esperando a que el temporal de la crisis económica y cultural amaine, y hay quien se ha se ha movido enloquecidamente impulsado por sus ilusiones para afrontar estos momentos adversos y así de paso encontrar su lugar en el mundo.

El bailarín y coreógrafo alicantino Gustavo Ramírez ha encontrado su lugar en el mundo tras una trayectoria impecable que, hoy por hoy, coincide con uno de los mejores momentos de su carrera profesional después de que la crítica americana coloque a su compañía, "Luna Negra", entre las primeras de todo Estados Unidos en el área de la danza contemporánea. Una marca personal a la que hay que sumar otros éxitos del alicantino, que recibe encargos de la Compañía Nacional de Danza Clásica de España o del director del "Mercat de les Flores" (escenario catalán de reconocido prestigio) para futuros trabajos. Pero el camino alcanzado hasta aquí no ha estado exento de obstáculos.

Ramírez emprendió una extensa carrera formativa tanto en España como por Europa hasta que acabó en una de las compañías referentes en la danza: la "Nederlands Dance Theater". Su visión por entonces, como mantiene hoy, era la de moverse tanto como era posible en un mercado limitado y tremendamente competitivo, por lo que la idea de marcharse de casa no era una preocupación sino algo que tenía más que asimilado: "Hace años que los bailarines estamos saliendo fuera de España para poder desarrollar una carrera en condiciones, y ese mismo fue mi caso", afirma.

Después realizó su primer viaje a Estados Unidos, bailando para la "Hubbard Street Dance" en Chicago, antes de su regreso a España. "Volví con la ilusión de desarrollar un proyecto, una plataforma donde volcar todas mis inquietudes como creador, donde enseñar todo lo que había podido aprender de mis maestros y de los grandes coreógrafos con los que había tenido la oportunidad de trabajar", apunta Ramírez.

El proyecto se prolongó durante cuatro años, donde la motivación y los sueños se imponían a la asfixia económica que casi estuvo a punto de estranlugar al bailarín alicantino y a su socia en Valencia. Pese a todo, el trabajo quedó sobre la mesa, con giras que circularon por Estados Unidos y toda Europa. Fue, en definitiva, un nuevo paso, una lección asimilada más. Lo mejor estaba todavía por llegar.

"Todo lo que he ido aprendiendo en este camino tenía la intención de comunicar, de expresar, no sólo siendo una herramienta para otros, sino desde la convicción, o casi diría la necesidad, de que yo mismo tenía algo que aportar desde la óptica del creador", asegura.

Por eso, desde su vuelta a Chicago, los buenos presagios se han disparado. Gustavo Ramírez es el Director Artístico de "Luna Negra", donde ha introducido unos "cambios arriesgados" que han sido muy bien acogidos por la crítica y el público, muy sensible a este tipo de espectáculos. Éxitos que le han proporcionado una confianza absoluta en su compañía, donde promete seguir experimentando e innovando en la danza contemporánea.

"Es ahora cuando uno tiene que ser más creativo y más ingenioso para ir a más, para sacar de donde no hay, como dirían nuestras madres", reconoce el bailarín alicantino.

Del mismo modo, Ramírez reflexiona sobre la industria cultural americana, ese gigante que aún se presenta como un universo repleto de oportunidades, sobre todo si te dedicas a un oficio como la danza que no se codea con grandes públicos.

"Según mi experiencia, en Estados Unidos ha sido todo más fácil. Se valora mucho el talento y el hecho de que todas las compañías de danza son privadas ayuda a que las estratagemas políticas no te marquen. Es cierto que al depender de dinero privado y aportaciones personales entran otros factores en juego, otros condicionantes... pero si tienes un buen proyecto y sabes convencer, tienes el camino abierto para demostrar tu valía", agrega Gustavo Ramírez, quien tampoco comparte el sistema de subvenciones culturales español: "Ese "pan" es escaso, insuficiente y mal repartido y, por decirlo de algún modo, no obedece a unos criterios artísticos claros y bien definidos".

Sea como fuere, Gustavo Ramírez representa hoy una de las promesas más firmes de la danza contemporánea. Y pese al panorama desolador y algún que otro proyecto inacabado, este bailarín alicantino demuestra que, a base de entrega y trabajo, existen metas muy altas que son posibles de alcanzar. Por eso, para quien tenga dudas, Gustavo anima a todos los jóvenes a salir de casa, a hacer las maletas si hiciera falta, y a tomar cuantos vuelos sean necesarios para tocar los sueños con las manos porque "las oportunidades existen, sólo hay que buscarlas".