La prensa no ha dudado en llamar a la historia de este joven castellonense "el sueño americano español". Eloy Moreno escribió una novela, la dio a conocer por todas las librerías de Castellón y Valencia y terminó siendo convocado a los despachos de una gran editorial impresionada con las cifras de venta del libro de un desconocido. El autor sonríe, o se ríe, cuando se ve posando en tantos periódicos, sosteniendo su libro, El bolígrafo de gel verde. Consiguió vender 3.000 ejemplares él solo. Ahora sigue de promoción, pero con el respaldo de la artillería de Espasa. Los números de esta nueva edición podrían marear. Él sigue riéndose. Sólo quería explicar que algo no estamos haciendo bien con nuestras vidas.

Él, al menos. Años trabajando siete días a la semana como informático autónomo le llevaron a prepararse unas oposiciones para técnico de sistemas en el Ayuntamiento de Castellón. Las aprobó. Después empezó a escribir una novela, que tardaría dos años y medio en terminar.

"No tenía ni idea de qué hacer con ella cuando la acabé, porque no lo había pensado. Pensé ofrecerla a grandes editoriales, pero podrían pasar años hasta que la leyeran", recuerda. También se le ocurrió probar en las de la Comunidad, pero a menor escala tampoco funcionaría. "Las editoriales de por aquí, como mucho, iban a distribuir el libro por las librerías. Me comprarían los derechos, y, si no se vende en tres meses, retirarían el libro. Y hasta ahí llegaría mi novela", razonó. Así que decidió distribuirlo él mismo, en el recién conquistado imperio de su tiempo -"ahora trabajo por las mañanas y tengo los fines de semana enteros", se relame-.

"Vea usted que libro he hecho"

Viajando en tren y en coche se recorrió todas las librerías de Castellón y Valencia. Entraba en los establecimientos con su obra, autoeditada, y preguntaba, con la inocente osadía de quien hace algo legítimo pero poco habitual, que si les interesaría tener su libro. "Pensé, claro, que en cada tienda hay mil libros. ¿Cómo iba a destacar el mío", rememora, antes de volver a relamerse pensando en lo imposible que hubiera sido promocionarlo si no hubiese cambiado de vida. "Me quedaba dentro de la librería para enseñárselo a los clientes, con el permiso del dueño. A veces eran tan pequeñas que me pasaba la tarde en la puerta, repartiendo marca páginas y contando de qué iba mi historia", explica el novelista novel.

Seducidos por el entusiasmo del autor, por la magnética sinopsis de la novela o por simple curiosidad, muchos se llevaban esta primera edición de El bolígrafo de gel verde, "firmada o dedicada en su mayoría", ríe el autor.

Las redes sociales son también grandes aliados para un escritor con más ganas que currículum y Moreno se sirvió de Facebook, "un boca-oreja digital", para mover su relato por Internet. La demanda en algunas tiendas seguía creciendo y los números llamaron la atención de alguien que revisaba rutinariamente las cuentas de las sucursales desde un despacho de Madrid. Era de Espasa, editorial vinculada a la librería La Casa del Libro, en cuya tienda de Castellón había un volumen no identificado que se vendía demasiado bien.

Se trataba de El bolígrafo de gel verde, de "un muchacho de Castellón" que había logrado que el director de la tienda pidiese permiso para hacer una excepción con un autor local. Moreno recuerda que lo localizaron rápidamente a través del Ayuntamiento y le propusieron editar su libo. "Ellos sólo sabían lo de las ventas, ya cuando les conté mi historia, cómo lo había vendido, pues fliparon aún más". Tanto es así que la historia de Eloy se vende casi tan bien como su obra y es parte fundamental de la campaña de promoción del libro.

Una historia real

La misma angustia que condujo a Moreno a opositar es la que atrapa al personaje de su novela, un tipo sin nombre que cuenta en primera persona qué recuerda de su infancia y qué ve ahora desde la mesa de su despacho, desde el salón de su casa, desde el ascensor, desde el garaje.

Una persona normal y corriente, que en un acto tan cotidiano como buscar un bolígrafo, se incrusta contra una verdad terrible. "Para que no le vuelvan a perder el boli se compra uno verde, que es más fácil de localizar. Entonces se da cuenta de que lo más importante de su vida es encontrar un bolígrafo", relata Moreno. "Lo triste de esa idea le hace querer escapar de la rueda de la rutina en la que está metido, y se da cuenta de que supondría: romper con su familia, amigos y... hasta ahí puedo leer", sonríe el escritor.

Se nota que ha cumplido su sueño. Y también que está encantado con todo lo del libro.