Jorge Luis Borges le preguntó en una ocasión a su paisano y amigo Adolfo Bioy Casares (premio Cervantes en el 90) cuáles eran sus escritores preferidos. Casares contestó: Azorín y Gabriel Miró. Y dicen las malas lenguas que Borges calló, llevado por un egoísmo que, quizás, fue el que le impidió reconocer en público la lectura de libros de ambos autores alicantinos.

Lo cierto es que los expertos consultados por este medio reconocen los escasos estudios críticos entre Azorín y Jorge Luis Borges. Por tanto, se desconocen totalmente los hilos que pudieran conectar el legado literario de ambos maestros. Y es ahí precisamente donde radica la importancia de esta exposición que se inaugura hoy en la Casa Museo Azorín de Monóvar y que, nunca antes, había puesto en común a estos dos genios de la Literatura Universal.

La muestra denominada "El atlas de Borges" propone por tanto dos visiones: por un lado, entrar en la intimidad del mundo borgeano a través de una selección de fotos que Borges y su mujer María Kodama tomaron de sus viajes alrededor del mundo. Las percepciones que ambos recibieron del mundo están reflejadas en estas fotografías que no pretenden tener un valor técnico, sino el poder de lo genuino, del asombro y frescura de sus experiencias por el mundo. En total, hay más de 130 fotografías del álbum de viajes que no habían sido exhibidas hasta la organización de esta exposición, y que invitan a un nuevo acercamiento a más de 20 ciudades del planeta del modo en que solo Borges pudo haberlas percibido. Philadelphia, París, Roma, Buenos Aires, Estambul, Venecia, Ginebra, Creta, Izumo son enigmáticos lugares de un mundo que Jorge Luis Borges y María Kodama perpetuaron en imágenes y palabras a través de sus viajes.

Por otro lado, la exposición "El atlas de Borges" incluye una segunda parte en la que, aprovechando los fondos de la Casa Museo Azorín, se exhiben los lazos del autor de "Confesiones de un pequeño filósofo" con Argentina a través de la producción periodística y bibliográfica del escritor alicantino en la ciudad de Buenos Aires. En total, Caja Mediterráneo ha utilizado 89 piezas del legado de Azorín, entre artículos, cartas, epistolario, fotografías, manuscritos, dedicatorias de autores argentinos al escritor monovero y sus estudios críticos.

Así pues, en los actos que hay previstos para la inauguración de hoy, se ha confirmado la presencia del presidente territorial de Caja Mediterráneo, Armando Sala, quien abrirá la muestra junto a Salvador Poveda, alcalde de Monóvar, y la escritora y viuda de Jorge Luis Borges, María Kodama, y el ministro de Cultura de Buenos Aires, Hernán Lombarda. El acto tendrá lugar a las 13.30 horas de hoy, en la Casa Museo Azorín de Monóvar.

Y ya llegada la tarde, concretamente a las 20.00 horas, el Aula Cultural de la CAM en Alicante celebrará una mesa redonda en la que María Kodama y Hernán Lombarda compartirán tertulia con Ángel Luis Prieto de Paula, catedrático de Literatura Española de la Universidad de Alicante, para debatir sobre "El mundo de Borges".

Parecidos razonables

Pese a la falta de estudios críticos que enlacen la obra de Borges con Azorín, son más que evidentes algunos puntos en común en sus trayectorias. Así por ejemplo, el catedrático de Literatura Española de la UA, Miguel Ángel Lozano, señala que ambos partieron de la erudición como inspiración para la elaboración de sus obras. Así pues, se sirvieron del cultivo de sus lecturas como herramienta de creación para algunos de sus libros más conocidos, como es la reinterpretación de los clásicos de "El Quijote" o "La Celestina" en el caso de Azorín. Las obsesiones por la madre, a las bibliotecas (recuerden la "Biblioteca de Babel" de Borges), el amor por los libros o la fugacidad del tiempo son también temas constantes en sus carreras literarias.

En este sentido, también salta a primera vista la similitud de sus estilos, ambos de una vastísima cultura, y donde la riqueza de su léxico es otro de los elementos por los que se caracteriza ambos arquitectos literarios.

Jorge Luis Borges y José Martínez Ruiz, Azorín, también comparten admiradores conocidos. Y es que, el reciente premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, ha confesado en numerosas ocasiones su aprecio por el legado de ambos escritores, hasta el punto de dedicarle el discurso de ingreso a la RAE a Azorín y, por parte de Borges, un gran número de artículos periodísticos publicados en prensa y revistas especializadas. Además, Adolfo Bioy Casares, amigo de Borges y con quien emprendió varios proyectos literarios, también confesó su deuda temprana a Azorín para la redacción de la que sería su primera novela, "La nueva tormenta o la vida múltiple de Juan Ruteno".

Otro parentesco que es, quizás, más fruto de la curiosidad es que ambos escritores no tuvieron descendencia. En el caso de Azorín, a Mario Vargas Llosa le suscitó mucha inquietud este asunto tal y como reconoció en su visita a la Casa Museo de Monóvar en 1993. Por entonces, el autor de "La Fiesta del Chivo" ultimaba un artículo donde se informaba de este caso y del de Borges, ya que ambos casos los veía "claves" para comprender la mentalidad del escritor. Sobre Borges, el psicoanalista argentino Óscar Estrada señaló en una conferencia que: "lo de Borges no era un amor genital, sino cortés. El escritor argentino sabía además que su ceguera era genética, porque su abuela y su padre ya la habían sufrido, y por ese motivo jamás quiso tener hijos. Porque se la transmitiría a ellos". Finalmente, otro punto común es que ambos escritores fueron considerados unos clásicos de la Literatura Universal incluso antes de muertos, siendo sus obras inmortales, como hoy viene a recordarnos esta exposición de Monóvar.