Unos compran coches, otros joyas y otros viajan. Pero Manuel López Almagro vivió por y para el arte, a pesar de que tuvo otras ocupaciones que le permitían conseguir lo necesario para poder engrosar su colección. No era rico, pero viajaba allí donde sabía que podía encontrar alguna pieza interesante, no por su valor artístico en sí mismo, sino en base a su gusto personal.

Treinta años de coleccionismo convirtieron la casa de este alicantino en un auténtico museo. Más de 200 metros cuadrados, en su piso del Paseo Condes de Soto Ameno de Alicante, con las paredes rebosando cuadros y con los suelos cubiertos por esculturas, muebles, cerámicas, joyas... Alrededor de 1.300 piezas consiguió reunir a lo largo de su vida, una vida que se apagó a los 70 años, a consecuencia de un infarto, en 2004.

Pero López Almagro, enfermo del corazón, sin hijos y apenas sin familia, ya que su único hermano falleció a los 15 años, decidió dejar las cosas bien atadas. Su legado más preciado, sus obras de arte, debían tener como destino la ciudad de Alicante, dejando como legataria a la Diputación, y así lo escribió en su testamento. Condiciones también puso: debían exhibirse en un museo de la ciudad de forma permanente y para ello establecía un plazo máximo de un año. Antes se lo comunicó a las tres personas que eligió como albaceas y también compartió este deseo con el entonces diputado de Cultura, Miguel Valor, que recibió de buen grado esta propuesta. "Es una buena colección, fuimos a verlo a su casa y nos lo enseñó, había muchas piezas y un mobiliario espectacular", afirma el ahora concejal de Cultura.

Tras su fallecimiento, en el pleno del 5 de octubre de 2006, la Diputación aprobó aceptar esa colección. El pasado 14 de octubre, otro pleno acordó rescindir el legado y la restitución de los bienes que lo componen a los albaceas, al no poder el organismo provincial cumplir las exigencias del donante. Ahora, la colección pasará a manos de Cruz Roja, tal como estableció López Almagro en segunda opción si el primer precepto fallaba. En este caso, la ONG tendrá que sacar a subasta las piezas y quedarse con los beneficios obtenidos.

El objetivo de Manuel López, que también abrió una tienda de antigüedades cerca de la Concatedral de San Nicolás después de retirarse de sus negocios, fue conseguir, con esa decisión, que todo el arte que había recopilado a lo largo de su vida se quedara en su ciudad, para que no se separase y estuviera bien custodiado, al tiempo que sirviera para el disfrute de los alicantinos. La elección de la Diputación la hizo convencido de que de esa manera daba por seguro que no se perdería y se mantendría siempre agrupada en la ciudad.

El final de esta historia deja por el camino el gran esfuerzo realizado por la Diputación para recopilar las más de mil piezas, examinarlas, fotografiarlas y proceder a su catalogación, ya que el legado es muy heterogéneo e incluye desde cuadros de los siglos XVIII y XIX a antiguas tallas religiosas, esculturas, mobiliario, joyas y una extensa colección de relicarios y miniaturas. Varios meses ocupó este trabajo a la restauradora del organismo provincial, Joserre Pérezgil.

Después, ese legado pasó a ocupar una parte de los almacenes de la Diputación, que es donde ahora se encuentra desde hace cuatro años. Eso a pesar de que en el testamento, el legatario fijaba un plazo de un año para que la exposición se montara. Los albaceas jugaron un papel fundamental ya que tenían poderes para poder tomar decisiones y así lo hicieron, alargando este periodo hasta los cuatro años que ahora se han cumplido y que han terminado con la renuncia de la institución provincial a custodiar y poner en valor las piezas.

Los albaceas del coleccionista aseguran que seguirán poniendo todo su empeño en que, "dado que por causas que le son ajenas", no ha sido posible que la ciudad de Alicante disfrutara directamente las obras de arte que le legó, "sean sus ciudadanos más necesitados quienes resulten beneficiados por el mayor producto posible de la subasta pública que oportunamente, y contando con la colaboración de la Cruz Roja, se anunciará".

A lo largo de su vida, Manuel López Almagro siguió la pista a piezas de arte por distintas ciudades, visitó ferias, participó en subastas, contactó con anticuarios. Lo que le gustaba lo compraba, no por inversión, sino por placer. Incluso después de perder casi la vista y ya sin salir de casa, compraba arte a través de amigos y personas allegadas.

Hoy apenas quedan imágenes suyas. Manuel López Almagro quiso que se destruyeran sus fotos y que si se le recordaba por algún motivo fuera por haber vivido para el arte, por la colección que consiguió durante treinta años y que algún día soñaba que otros verían en un museo de la ciudad.

Pedro Romero afirma que las exigencias que se establecen no se pueden cumplir

"El documento de donación establece una serie de exigencias que no se pueden cumplir". El actual diputado de Cultura, Pedro Romero, justificó así el hecho de que la colección de López Almagro se haya tenido que rechazar. "Las piezas ocuparían una planta entera del MUBAG, eso independientemente del valor que tengan. Además nos costó una fortuna hacer una catalogación y para exhibirlas, solamente en vitrinas nos tendríamos que gastar 200.000 euros. Además el MUBAG no podemos utilizarlo para poner solo esta exposición". El diputado asegura que "es cierto que los albaceas tenían la mejor predisposición para darle otra solución, pero no tenemos espacio". Además, continuó, "al hacer el inventario se ha visto que no hay una continuidad expositiva; se habló de hacerlo por partes, pero al final no será así". "A mí me hubiera gustado quedármelo pero ofrecía muchas dificultades. Ya no se podía tener a la gente esperando más tiempo, demasiado han aguantado los albaceas porque el plazo era de un año". En este mismo sentido se pronunció la restauradora de la Diputación, Joserre Pérezgil, que destacó que exponer la colección de forma conjunta era "complicado" porque "no hay un hilo conductor", pero "eso no quiere decir que no tenga valor". Así, aseguró que "hay pintura holandesa, francesa, española, cerámica china... era un gran coleccionista pero no podemos cerrar una sala del MUBAG solo para exponer esta colección". C. M.