Su cabeza debe estar llena de música y de imágenes de películas.

Está llena de muchas imágenes, mucho sonido y muchos compositores después de 40 años. La interrelación con el músico, la música y el cine es parte de mi vida.

Es curioso que el inicio del cine fuera sin palabras pero con música.

La entrada del pianista en la sala con el cine mudo fue para que la gente entendiera las imágenes y no se marchara al ver caras estrambóticas. El silencio es sobrecogedor y el pianista ayuda a transmitir sentimientos.

De su época en los estudios, conocerá a artistas que graben sus discos a la primera y otros que necesiten más ayuda.

A todo el mundo le cuesta, hasta a los más profesionales porque un disco es un momento muy difícil de creación muy particular, donde hace falta una química y no es fácil que salga una toma a la primera. Recuerdo casos muy concretos de haber hecho la primera toma buena con Ana Belén, pero es más difícil cuando el artista quiere una perfección que sobrepasa el nivel artístico.

Ha trabajado en discos de Monserrat Caballé, Camarón o Morente. ¿Qué recuerdo guarda?

¡Qué voy a decir! Enrique no es comparable a Camarón y Camarón no es comparable a nadie. Para mí son genios todos. En el estudio Kirios, donde se grababa flamenco, vino una vez Paco de Lucía a grabar con Camarón y Tomatito y participé en Calle Real, el álbum de Camarón, que llegó a mí al final por accidente porque les faltaba una canción y acabé participando en algo que marcó la historia del flamenco. Luego tuve una época de grabar prácticamente clásico, con José Carreras, Caballé o Kraus, igual que con el rock: discos de Burning, La Unión....

¿Hay mucho ego entre los artistas?

Eso se da en toda la sociedad, no sólo en la música. Es evidente que el "artista" existe, hay gente que no es sociable, muy difícil de tratar y otra, maravillosa. Y muchas veces los mas grandes son los más tratables.

¿Habla de alguien en especial?

Tengo recuerdos muy particulares de José Carreras, con el que sufrí parte de su enfermedad, hice el último disco cuando estaba en tratamiento, y el primero después. Y es terriblemente humano, tengo devoción por él y me emociono solo de pensarlo. Hay muchos más, y muchos íntimos amigos.

Porque los malos no me los va a decir.

(ríe) Malo no hay nadie; hay gente más difícil pero hay que entender sus circunstancias. En una grabación hay una parte muy importante de la energía de un artista. En el directo hay impronta, un fallo no queda en el recuerdo, pero en un disco te enfrentas con la repetición una y otra vez del mismo tema y hay gente a la que le puede la tensión. Lo que queda grabado es un compendio de técnica, perfección y química muy difícil de encontrar. Y luego está la perfección. Los Beatles eran pura química, ahora casi todo es pura técnica.

Y ahora hasta el que canta mal puede grabar un disco.

Por supuesto, la técnica hoy ha evolucionado a niveles inimaginables, pero esa técnica hace que la creatividad baje y a veces creamos esa imagen equivocada de artista en cantantes que en algunos casos no llegarían ni a la esquina.

¿Cuál es su banda sonora perfecta?

Hay muchas maravillosas. Me impactó Memorias de África, pero Lo que el viento se llevó también es espectacular.

¿Tiene sentido una película sin música?

Sinceramente, no. Una cosa es el valor dramático del silencio en el sonido, hay películas con poca música, pero sin música es complicado mantener al espectador en tensión durante hora y media. Tienes que hacer una película perfecta para no poner música.

¿El doblaje estropea el sonido original de una película?

Es una de las grandes aberraciones de la industria del cine, con todo respeto a los profesionales. Yo prefiero oír a Tom Cruise hablando como el Pato Donald que doblado, que a veces te lleva a un camino erróneo.