¿Qué hace metido entre enanitos que viajan en su bolsillo?

Ésta es una novela aparentemente fantástica porque se trata de la historia de un hombre que ve hombrecillos y tiene una relaciones muy intensa con ellos. La novela cuenta la relación del narrador y su experiencia. Para un escritor toda obra esconde una visión metafórica del mundo. Otra cosa es si el lector siempre consigue verla. Todo lo que aparece en una novela siempre es una metáfora de algo y relacionado con algo. De otra forma sólo tendría una única lectura y sería muy pobre.

¿Todavía sufre a la hora de escribir?

Sufro y me divierto casi con igual intensidad. Cuando comienzo a escribir una novela no tengo ni idea de lo que sucederá en la página siguiente, ni cómo será su final.

¿El riesgo es más divertido o se trata simplemente de una actitud anárquica?

Cada uno trabaja según sus emociones y todas son distintas. Si supiera el final de una novela sería incapaz de escribirla porque perdería la emoción de descubrirlo y la sorpresa de encontrarlo. Aunque sí que hay muchos escritores incapaces de lanzarse a escribir desconociendo el final.

¿O sea que nunca empieza por el primer capítulo?

Siempre comienzo a partir de algo que me llama la atención o que me obsesiona, porque sé que si algo me obsesiona tiene un significado y espero poder llegar a entender el sentido que tenía esa misma obsesión. A partir de ahí tiras del hilo y durante algunos capítulos andas despistado. Así hasta que averiguas desde dónde se está contando la historia.

¿Guarda muchas novelas en el cajón?

Afortunadamente, no. Soy de los que comienza y termina un trabajo. Pero sí existen muchos escritores que sienten que su novela está inacabada y se quedan atascados sin saber por dónde salir. Son novelas que acaban pudriéndose.

¿Hay que creer en el método?

Sí. El único método en la literatura es la disciplina. Levantarse a una hora y ponerse a escribir. Una vez una novela está en marcha, lo importante es la continuidad. Si la dejas una semana dormida, después es difícil reengancharla.

Y entonces se establece una relación de amor y odio con ella.

No, de odio no. No exageraría. Mas que un sufrimiento es que uno está ante un reto creativo que le pone nervioso. No hablaría de sufrimiento, porque escribir es el mayor el gozo que existe. Cuando estás escribiendo una novela, un trabajo que dura como mínimo dos años, tienes la sensación de que es tu refugio y cada vez que entras en ella es como si lo hicieras en un apartamento en la ciudad que nadie sabe dónde está.

¿Es también una forma de huir de la realidad?

Sí en la medida en que la escritura es evasión y un conflicto con la realidad.

Aunque no mantenga relación con su generación gran parte de ella compagina la faceta literaria con la periodística.

Es que me parece increíble escribir y no tener vínculos con los medios de comunicación. No tengo la impresión de cambiar mi forma de trabajar cuando escribo un libro o un artículo. Todo es literatura. La frontera entre periodismo y literatura no existe, es más retórica que real. Pero sí creo que deberíamos vivir en una sociedad más comprometida.

¿Qué cambiaría del mundo?

Pues esa dependencia que tiene el poder político del económico. Es verdad que la clase política está adquiriendo unos hábitos perniciosos con eso de mentir con tanto descaro. No vivimos un momento estupendo.

¿Quién sería un buen personaje a novelar?

Cualquiera. El problema no es el personaje sino cómo lo cuentas. No hay ser humano que, por aburrida que parezca su vida, no sea novelable. Y si tuviera que elegir una historia me habría encantado contar el secuestro de Natascha Kampusch.