Nada podía fallar. Esta vez no. Porque el cantante y sus fans llevaban esperando casi un mes para concluir lo que empezaron aquel martes, 10 de agosto, en el ruedo de la plaza de toros de Benidorm. Ese día, una tormenta de verano que comenzó a caer sobre la arena justo al finalizar la primera canción, impidió a Miguel Bosé demostrar por qué lleva más de treinta años rodando de escenario en escenario. Y dejó más que helados a sus seguidores, pese a la canícula estival, cuando más de media hora después de vibrar con "Ayuvérdico", la canción con la que Bosé arrancaba su recital, los organizadores del concierto anunciaron su aplazamiento al 3 de septiembre. Pero anoche, unos y otros, se desquitaron a gusto.

Traje y chaleco negro, camisa blanca, como el primer día. Y unos enormes labios rojos para dar la bienvenida desde las pantallas a sus más fervientes seguidores. La misma indumentaria ante más de cuatro mil personas ávidas por reencontrarse con Bosé. El mismo tema para empezar el show y, después de eso, un tema tras otro hasta agotar al público durante algo más de dos horas de recital, al ritmo de las canciones que componen su nuevo disco, pero también de títulos tan recordados de su carrera como "Bambú", "Morena mía" o "Nena".

Saltó al ruedo poco después de las diez y media para desgajar sobre las tablas toda la escenografía que le acompaña en su gira "Cardio Tour", que ya le ha llevado por diversos países de Suramérica y de gira estival por decenas de localidades de España. Ante un escenario casi galáctico, con juegos de luces fosforescentes sobre fondo negro, y rodeado por su banda, ocho músicos liderados por Mikel Irazoki. Y con la inestimable compañía tres coristas que emulaban uno a uno los movimientos de Bosé, como si de acompasados autómatas se tratara, bajo la coreografía del televisivo profesor de "Fama" Sergio Alcover.

"Cardio", como el título de su último disco, fue la segunda canción del repertorio. Y después desató la locura con "Nena", canción con la que calentó a la plaza al quitarse la chaqueta con un gesto enérgico. El artista no olvidó del concierto frustrado en agosto, en el que como otra de sus canciones se quedó "a punto de". Agradeció la respuesta de sus fans en este segundo y definitivo intento de entrar a matar en el coso benidormense. Y dejó claras sus intenciones: "Hoy no se nos aguó la fiesta. Hemos echado a las nubes, pero este Cardio reclama que os desnudéis. Queremos vuestros cuerpos, vuestras venas, porque somos unos vampiros". Estas palabras levantaron el aplauso de sus incondicionales, un público mayoritariamente femenino, de todas las edades, y que venía más que dispuesto a pasarlo bien.

Bailó y cantó. Se paseó por el escenario sin que apenas se notara ni un instante el peso de sus 54 años. Bosé aceleró los latidos de Benidorm durante más de dos horas en una noche en la que además toreó bajo los acordes de la mítica "Sevilla".