David Bisbal (Almería, 1979) ha madurado, tanto a nivel personal como artístico. Esta es la primera conclusión que se extrae tras mantener una conversación con él. ¿A qué se debe este cambio? Quizá sea porque ya lleva más de trescientos conciertos a su espalda. O tal vez por una preciosidad de cinco meses llamada Ella Bisbal Tablada. Se confiesa como una persona familiar a la que lo único que le diferencia del resto es que cuando abandona su casa no lo hace para ir a la oficina, sino para girar por todo el mundo con el disco Sin mirar atrás.

¿Qué ofrece en este tour?

Un repertorio festivo, equilibrado entre canciones rápidas y lentas; los temas del último álbum, así como versiones del pasado; un escenario amplio con un gran despliegue audiovisual y un sonido de máximo nivel, y unos músicos muy rodados. Llevamos con esta gira desde diciembre y lo estamos pasando muy bien.

¿Cómo evita la rutina?

Cada concierto es un mundo en el que influyen muchos factores: el público, mi estado de ánimo, las improvisacionesÉ Usamos un repertorio base y luego vamos añadiendo y quitando otros temas.

A nivel físico, ¿cómo se encuentra?

Muy fuerte. Cada gira lleva detrás una preparación física muy importante. Hago mucho deporte, sobre todo ciclismo y atletismo. Antes de encarar la promoción de un disco tengo que hacer una pretemporada para afrontar lo que se me viene encima. La mente lo agradece mucho.

De ahí saca la energía que luego exhibe en el escenario.

Sí, pero tengo que confesar algo. El paso del tiempo me ha enseñado a controlar mi energía, sobre todo a la hora de interpretar temas lentos. Antes era impulsivo hasta cantando baladas. He aprendido a reservar fuerzas, a controlar los tiempos que tienen los conciertos.

¿Qué hubiera sido de usted sin Operación Triunfo?

Hubiera continuado cantando en mi orquesta y hubiera seguido buscando una oportunidad. Habría tocado a mil puertas hasta alcanzar mi sueño: radio, prensa, productoras, musicalesÉ Ya hice otros intentos antes de Operación Triunfo que no cuajaron. Luche mucho, esto no es llegar y besar el santo.

¿Se considera un embajador de la música latina?

La música latina está creciendo mucho, pero si yo represento a alguien, es a España. Sigo residiendo aquí, aunque cuando estoy de gira por América paso largas temporadas en Miami.

La semana pasada actúo en Alicante el mexicano Alejandro Fernández, otro gurú del movimiento latino.

Alejandro Fernández mueve muchísimo público. Lleva muchos años trabajando y en América está totalmente consagrado. Se le puede equiparar a gente como Juan Luis Guerra o Diego Torres.

En Miami usted es vecino de Alejandro Sanz.

El Alejandrico es un máquina y un cachondo (ríe). Con él hay muy buen rollo, es un músico genial, un ejemplo a seguir. Nos comunicamos mucho a través de Twitter.

Es imposible que alguien escriba en Twitter más que Alejandro Sanz.

Yo escribo mucho, pero no tanto como él (ríe). He comentado varias etapas del Tour de Francia. Twitter está para eso. La gente te conoce como artista, pero no sabe cómo eres, los libros que lees, las películas que ves, tus inquietudes.

Algunos aristas usan las redes sociales como oficina de prensa.

Los Twitter oficiales no me gustan. Yo trabajo con varias redes sociales. En Twitter escribo yo. Facebook sí que lo uso como una herramienta más formal en la que difundo notas de prensa. Luego tengo mi canal en YouTube, donde cuelgo vídeos grabados por mí de lo que no se ve en los conciertos.

¿Por qué decidió irse a vivir a Miami?

Por logística. Por ejemplo, si tengo un concierto en Venezuela y luego otro en México, no me voy a volver a España. Me recupero mucho mejor allí.

Hablando de Venezuela, ¿ha tenido algún problema con Hugo Chávez?

No he tenido ningún inconveniente con él. Trato de unir a la gente a través de la música. Sólo deseo que todo el mundo viva feliz. Pero ojo, también creo que las opiniones deben ser libres, y eso con él no ocurre.

En su decisión de trasladarse a Estados Unidos, ¿influyó la prensa del corazón?

Sí que influyó, aunque ahora vivo un momento de paz con ella. Mi casa siempre va a ser Almería, aunque por motivos de trabajo tenga que vivir entre Madrid y Miami. Florida es la capital de la música latina, aunque hay un movimiento migratorio muy fuerte hacia Los Ángeles y México DF, como ocurre con la literatura.

También ha cantado en Japón, ¿cómo fue la experiencia?

Positiva. Ya he ido dos veces allí. Cada vez que lo hago tengo infinidad de actividades: promociones en radios y televisiones, conciertos en plena calle, colaboraciones con músicos japonesesÉ Ojalá vuelva pronto. También me voy abriendo paso en otros mercados de habla no hispana como el francés o el alemán, aunque el crecimiento es más lento que en España o Latinoamérica.

¿Se ve cantando en otro idioma que no sea el español?

Estoy abierto a cualquier posibilidad, aunque en los mercados hispanos no me veo usando otra lengua distinta a la española. Puedo utilizar otro idioma como herramienta para penetrar en nuevos mercados.

¿Cómo lleva el fenómeno fan?

Perfectamente. Tengo mucha relación con mi club oficial. Son personas respetuosas que no se meten en mi vida privada y que trabajan mucho por mí. La energía que derrocho en el escenario nace de ellos.

Sabina aplaza a octubre su concierto en Elche y Calle 13 suspende su actuación en Alicante, ¿qué está pasando?

Hay que ver lo siguiente: yo hago 40 conciertos en esta gira, que son muchos para los tiempos que corren, pero es que en las anteriores hice 65 y 80 actuaciones respectivamente. Con la crisis financiera, la situación es difícil para todos y la gente se vuelve selectiva. Esperemos que haya una pronta recuperación.

Además de la crisis económica, la música sufre otra lacra, la piratería.

Cuando me quejo de la piratería no lo hago por mis beneficios, lo hago porque las discográficas están despidiendo a mucha gente, desde jefes de marketing hasta empaquetadores de discos.

Alejandro Sanz defiende el eslogan que dice que la música es cultura, pero también empleo.

La reducción de las plantillas es algo que se puede comprobar. Discográficas que tenían doscientos trabajadores, se han quedado con veinte. Y esto repercute en pérdida de calidad de los productos musicales y cierra las puertas a los artistas jóvenes. Las discográficas no se la pueden jugar con ellos y apuestan por los músicos consagrados. La piratería impide que surjan nuevas músicas y va a terminar por matarla.

¿Cuál es la solución?

Las descargas musicales hacen que no decaiga el negocio. Aún así, no es suficiente. Las propuestas de Sarkozy son muy buenas. Otro paso que hay que dar es bajar el precio de los discos, tanto ahora como cuando escampe la crisis. Un álbum no debe valer más de diez euros. También hay que ofrecer diferentes opciones de un mismo trabajo: desde un cartón que sólo contenga el CD hasta las ediciones de coleccionista, pasando por los disco-libros. Hay quien tiene suficiente con la música y quien prefiere adquirir productos de mayor empaque.

La Junta de Andalucía le ha reconocido como embajador por su contribución al turismo de su tierra, ¿qué le supone esto?

Los premios que te otorga la industria musical o los que vota el público están bien, pero estos son los mejores reconocimientos. Recibir un galardón por representar a tu tierra es precioso. Personificar a Andalucía por el mundo es una finalidad para mí.

El hecho de que una de sus canciones haya formado parte de la banda sonora oficial del Mundial de fútbol habla de su dimensión global.

Ponerle mi voz al Mundial ha sido espectacular. He ido en muchos aviones en los que viajábamos sólo cuatro personas con la Copa del Mundo y ahora la quieren tocar todos (ríe).

Y terminó cantando con los campeones.

Nunca me imaginé que cantaría con los chicos de la Selección. Con el asunto de la canción, llevaba ocho meses viviendo el Mundial y aún no me creo que lo hayamos ganado. Con la Eurocopa estábamos más que felices y ahora estoÉ Ha unido a mucha gente en torno al equipo. Me recuerda a la época de Induráin, en la que todos los niños queríamos ser ciclistas.

Porque el deporte que de verdad le gusta es el de la bicicleta. ¿Cómo ha vivido este Tour del compadreo?

Si a Fernando Alonso se le rompe el motor del Ferrari no se van a parar a esperarle. El ciclismo debería ser igual. Los organizadores deberían prohibir que los ciclistas se detengan a esperar.