P-Le han bautizado nada más y nada menos que como la nueva reina del jazz latino ¿Pesa esa corona?

R-Bueno, yo no me lo creo mucho. Creo que es la difusión que está teniendo el tercer disco, que se está presentando más ampliamente. Hace poco estuvimos en Nueva York dándolo a conocer. Los productores han conseguido que el proyecto sea llamativo al tener letras en español y arreglos que tienen un toque del sur de España y de América Latina. De ahí imagino que viene la etiqueta. Ten en cuenta que en el latin jazz no es usual tener temas propios en español. Esa es una poco la característica que hace que se salga de lo normal.

P-La música es algo que ha mamado desde pequeña en casa...

R-Sí, antes de darme cuenta ya estaba metida en el embolado (ríe). En mi familia había muchos músicos profesionales, mi padre y mi abuelo eran familia de instrumentistas que tocaban la guitarra y la marimba, un instrumento muy típico de Honduras, donde nací. Y por parte de madre, pues casi todos eran buenos cantando.

P-En España el jazz ha estado considerada como una música para élites económicas y culturales ¿Sigue siendo así?

R-No sé si ha sido así siempre, pero se está perdiendo esa barrera que había antes sobre el jazz. Decían que era un música muy aburrida. En realidad, hay mil tipos de música jazz y, por tanto, mil maneras de acceder a él. Una de las más emocionantes es verlo en vivo, estar ahí delante. También es posible que el hecho de estar cantado en inglés crease otra barrera más. De todas formas, no soy la única que hace cosas en español, hay una chica de Granada que se llama Celia Mur que defiende un proyecto muy bueno y, aunque no diría que lo que hace es jazz, está Toni Zenet desde Málaga con un estilo que me encanta. Parece que cada vez hay más interés por escuchar jazz en nuestro idioma.

P-Canciones como Azul tienen un claro ramalazo aflamencado ¿Es la influencia sevillana?

R-Creo que se nota, claro. Nací en Tegucigalpa, pero he crecido allí y viví allí hasta los 26 años. Imagino que fue en Sevilla donde desarrollé la manera que tengo de ver la vida. Pero he vivido en muchos otros sitios y soy una persona que absorbe para integrarse. Quiero decir que no soy la típica andaluza, aunque en las melodías sí que sale.

P-¿Qué cuenta en sus letras?

R-Imagino que no varían mucho de aquellas primeras composiciones de jazz, que hablaban de temas muy ingenuos, prácticamente eran canciones de amor muy naif. Cuando me pongo a escribir una canción, me planteo qué soy yo y quién y qué quiero contar ese momento. Tengo montones de canciones escritas en el ordenador, de manera que las voy ordenando para que tengan sentido en el disco. Este último, El mar de mi vida, me había pillado bastante reflexiva. Habían pasado bastantes cosas en mi vida, falleció mi abuela, alguien muy importante de quien cogí el apellido Cortés y nació mi hija. Relacioné la vida con un mar que no sabes en qué momento puede cambiar y con el que tienes que tener cuidado con qué le echas porque es lo que te puede devolver.

P-¿Es el jazz una música para escenarios pequeños e íntimos?

R-Bueno, yo disfruto del jazz tanto al estar arriba en el escenario como en clubs, estando cerca del músico. Es mágico para el músico y para el público vivir esa proximidad. El jazz es una música muy intensa para el que la está recibiendo y para el que la está expresando, cuando te metes dentro experimentas sensaciones muy fuertes. He estado hace poco en el Festival de Jazz de Vitoria y lo he vivido así, tanto en el teatro como en el estadio.